Querido José Natera:
Me ha producido alegría tu respuesta, yo me recuerdo hasta de tu nacimiento y bautizo, incluso he de decirte que te equivocas o al menos eso pienso, en tu casa se empezó a vender vino antes de que tu nacieras, solo que no se hacia en mostrador, los vasos de vino con su tapa correspondiente se ponían en los bordes de la banquilla de tu padre, se le hacia un hueco en los cangilones de las puntillas al vaso y en platito con la tapa encima de las herramientas, a veces mi amigo y maestro Natera, terminado de dar cerote a los cabos, tiraba este encima de la banquilla y caía dentro de algún platito. Creo que evidentemente, de ahí el posterior nombre de bar cerote.
Te diría aun más, tu madre empezó a vender vino, porque estaba hasta las narices de que todos los días, cuando a media mañana, le ponía a tu padre una copita de vino que le encantaba tomarse, hubiera de invitar a los tres o cuatro que siempre estaban allí, en la habitación de la zapatería, entrando en tu casa a la derecha, de conversación con tu padre, obviamente no siempre eran los mismos.
Yo soy diez años mayor que tu y diez años en aquella época eran toda una vida, no obstante, dime donde estas y que es de tu vida pues me alegrara saberlo.
Paco Rubio.
Me ha producido alegría tu respuesta, yo me recuerdo hasta de tu nacimiento y bautizo, incluso he de decirte que te equivocas o al menos eso pienso, en tu casa se empezó a vender vino antes de que tu nacieras, solo que no se hacia en mostrador, los vasos de vino con su tapa correspondiente se ponían en los bordes de la banquilla de tu padre, se le hacia un hueco en los cangilones de las puntillas al vaso y en platito con la tapa encima de las herramientas, a veces mi amigo y maestro Natera, terminado de dar cerote a los cabos, tiraba este encima de la banquilla y caía dentro de algún platito. Creo que evidentemente, de ahí el posterior nombre de bar cerote.
Te diría aun más, tu madre empezó a vender vino, porque estaba hasta las narices de que todos los días, cuando a media mañana, le ponía a tu padre una copita de vino que le encantaba tomarse, hubiera de invitar a los tres o cuatro que siempre estaban allí, en la habitación de la zapatería, entrando en tu casa a la derecha, de conversación con tu padre, obviamente no siempre eran los mismos.
Yo soy diez años mayor que tu y diez años en aquella época eran toda una vida, no obstante, dime donde estas y que es de tu vida pues me alegrara saberlo.
Paco Rubio.