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Edificio de oficinas, HUELVA

Historia: Desde el mítico reino tartesio de Argantonio hasta el Imperio romano, la colonización vandálica y visigoda o el asentamiento de culturas como la árabe dieron esplendor al sur peninsular y convirtieron la provincia de Huelva en un auténtico crisol en el que se funde lo que hoy es la realidad andaluza. Ha sido frecuente relacionar la onubense Isla de Saltés con la capital de Tartesios. Así lo hizo, en su Ora Marítima, el poeta romano Rufo Festo Avieno en el siglo IV cuando podría referirse a ella como la «isla entre dos ríos». Anteriormente, Estrabón (III, 5,5) hablaba de los viajes de los marineros fenicios a la zona desde el siglo VIII a. C. Lo cierto es que entre la leyenda y la referencia bíblica —el Tarschish de El libro de los Reyes—, Tartesios contacta con el mundo griego a mediados del siglo VII a. C. Tradiciones y mitos movieron a no pocos románticos e investigadores, como Adolf Schulten,​ a buscar en estas tierras, entre el Guadiana y el Guadalquivir, tesoros de valor incalculable que se atribuían a este pueblo asentado en la rica tierra de Tharsis o Tartesios. Queda claro en todo caso, y está contrastado arqueológicamente, que en estas tierras floreció una avanzada cultura gracias al contacto con el elemento indígena, dedicado al pastoreo y la agricultura, con otros orientales, fenicios, resultando de ello una relevante cultura metalúrgica y comercial en los albores del bronce final. El esplendoroso reino tartesio desaparece entre 530 y 508 a. C. cuando los púnicos consiguen prohibir el comercio griego con esta zona. Aquello implica una posible crisis en la ciudad que hunde la economía y demografía. Pero aún en crisis, la ciudad continúa permanentemente habitada al ser su situación (minas, río, mar) estratégica para nuevos pueblos.
(20 de Abril de 2019)