Yo tambien. No recuerdo el año, ni los alumnos, ni nadie. Pero recuerdo que bastaba con cavar la tierra para encontrar jeringas. Recuerdo, con mucha emoción, mis
paseos por la
montaña el domingo por la tarde... y la
fuente de
Aracena. Hoy, al otro lado del mundo, lo digo alto y claro: que nadie olvide lo que pasó en este lugar.