Alrededor de 1810, en plena Guerra de la Independencia, llegaron tropas francesas a
Los Marines. Convirtieron la
Iglesia en
cuadra para sus caballerías y se metieron en las
casas pidiendo ¡
pan, pan! en correcto español. Las guapas muchachas marineras temiendo que también las pidiesen huyeron a los
campos vecinos con un hatillo en el que llevaban una muda, dos hogazas y algo de chacina. Las chicas de la
familia Vázquez y sus
amigas se refugiaron en el montiño de Las Vaqueras y allí aguantaron el chaparrón.
Sobre el 1832 hubo en Los Marines una espantosa epidemia de cólera morbo que ni la
sanidad ni la divinidad convencionales eran capaces de atajar. Así que dada la situación los hombres supervivientes, solo los hombres, se reunieron en un
casino y decidieron dirigirse directamente a la
Virgen de Gracia y mediante un trato a la antigua pactar salud por una festividad anual, El Voto.
A finales del XIX y principios del XX hubo un personaje muy culto e interesante, natural de Los Marines, que se llamó D. Juan Flaviano Vázquez y fue canónigo de la
Catedral de
Sevilla ejerciendo de liberal censor de publicaciones. Tenía extensos conocimientos y asistía a las tertulias literarias sevillanas donde hablaba de todo lo divino y humano que se terciase. En tiempos pasados tuvo dedicada una
calle en su
pueblo.