Tras varios kilómetros de navegación se accede al embarcadero del Poblado de la Plancha, situado en el
Parque Nacional. Allí, el buque atraca y los excursionistas pueden realizar un recorrido peatonal guiado por el ancestral poblado, que constituye un testimonio etnológico vivo que nos habla de los aspectos culturales y humanos que hasta tiempos muy recientes caracterizaban estos recónditos lugares. En ellos, el hombre, imperiosamente, se veía obligado a adaptarse a los escasos recursos que el medio le brindaba; de ese modo, las viviendas (los chozos) están levantadas con maderas y ramas de los bosques con los que se integran, en tanto que las actividades que el hombre ha realizado durante siglos han estado vinculadas a la
caza, fabricación de carbón vegetal,
apicultura,
pesca fluvial,
ganadería, cultivo de pequeñas
huertas,..
La forma de vida propia de los hombres que habitaron en el coto durante siglos, casi hasta nuestros días, se ha mantenido prácticamente inalterable, todo ello en la medida en que los escasos recursos con que contaban tampoco sufrieron modificaciones singulares. Con la llegada, sin embargo, de nuevos tiempos de progreso material, a partir de los años cincuenta de nuestro siglo, el confinamiento en las tierras del coto se fue haciendo insostenible para sus habitantes. De manera paulatina se fueron trasladando a otros lugares que les facilitaban un modo de vida más acorde con las actuales exigencias, sobre todo, solo a modo de ejemplo, en lo que se refiere a la educación de los hijos.
Tras visitar este antiguo poblado caracterizado por sus construcciones tradicionales, un recorrido peatonal por su entorno nos conduce a los denominados Llanos de Velázquez y la Plancha, lugares de pasto en los que es posible contemplar diferentes especies de herbívoros que los frecuentan cotidianamente. Dado que la estancia en el poblado y sus inmediaciones se prolonga, más o menos, durante una hora, resulta imprescindible que el viajero se haya protegido de los
insectos utilizando un repelente adecuado