En el interior de la
muralla, se levanta el
Castillo de
Niebla, de origen
romano, que ha estado habitado hasta fechas relativamente recientes. Ha sufrido diversas reformas por parte de todos sus sucesivos ocupantes, visigodos, árabes y cristianos. El alcázar fue primero el arce o ciudadela (el "oppium" de los
romanos) y morada del decurión, como lo revelan algunos
arcos romanos que aún subsisten: los fosos y las soberbias cárceles bajo los muros labrados de enormes sillares en forma de
túneles. Conquistada Niebla por los visigodos, y después de las necesarias reparaciones, fue ocupado por los jefes
militares visigodos. Con la dominación árabe, el Castillo pasa a ser el Alcázar o
Palacio y se enriquece con revestimientos de azulejos de
colores, yeserías e inscripciones y
cerámicas. Además, se construye una magnífica
noria para el riego de los
jardines, así como
fuentes adornadas de preciosos
mosaicos. Sirve así como importante bastión bajo el dominio del califato de
Córdoba. Más tarde, habitaron en él las dinastías independientes de los Beni-Yahya y los Beni-Mahfot.