Se trata pues de una obra
monumental, tal vez la más importante construida en el siglo XV, lo cual avala la riqueza e importancia del linaje de los Guzmán, que quisieron hacer a la ciudad condal diga de sus titulares. En su obra se emplea
piedra local como elemento constructivo principal, destacando la obra de sillares que se disponen en las partes más bajas de muros y
torres, de los que algunos pudieron pertenecer a otras anteriores. Aunque la estructura que se conserva puede parecer austera, ya que se han perdido las zonas más altas donde se abría una mayor profusión en
adornos, todavía hoy resaltan las troneras con la representación de la
cruz y orbe, utilizada por los Guzmán en sus
palacios y
castillos. Según consta en un documento de comienzos del siglo XVII conservación, por lo que en él se planteaba la necesidad de restaurarla para devolverle su esplendor. Este documento es una muestra muy importante para conocer la distribución del
edificio; en la zona palaciega, hoy perdida, se alzaba un edificio con
patio central porticado en el que aparecían los aposentos condales, aula para la administración de justicia,
comedor, cocinas, salas, etc. Entre ellos destaca el
salón de la media naranja dorada, tal vez llamada así por el artesonado mudéjar que debía cubrirla, donde el Conde impartiría justicia, recibiendo a dignatarios y a sus vasallos en los periodos en que la moraron.