es la ciudad amurallada más importante de
España en su estilo árabe. En ninguna otra se conservan lienzos tan bien conservados. Parece un milagro, pero es así. Las
murallas y
torreones cubren una extensión de terreno de dieciséis hectáreas. Algunos paños sobrepasan los quince metros de altura. Su perímetro se acerca a los dos kilómetros y en él se acomoda una cincuentena de torreones rectangulares, excepto los dos que miran a levante y que poseen planta octogonal. Los arqueólogos sospechan que estas murallas están asentadas sobre viejos cimientos
romanos. Razones no le faltan: la presencia de aquella civilización queda atestiguada en los restos de numerosas edificaciones que han llegado hasta nuestros días. La
historia de estas murallas corre paralela al devenir de la ciudad. Hacia 1330, bajo dominación almorávide, las murallas quedaron cerradas. En años anteriores y posteriores sufrieron severos destrozos
fruto de las encarnizadas luchas entre los distintos linajes musulmanes. Aben-Mahfot, el último rey musulmán de
Niebla, reforzó las murallas ante la proximidad de las tropas cristianas capitaneadas por Alfonso X El Sabio. Fue así como dejó cinco
puertas, las mismas que hoy luce la
muralla. Se trata de la
puerta del Buey, del Socorro, del
Agua, del Embarcadero y de
Sevilla.