Está declarado
Monumento Histórico-
Artístico y se encuentra en un lugar dominante sobre el
valle y la ribera del Tinto, de donde parte todo el recinto
amurallado de la villa. Tiene un origen
romano, aunque luego estuvo ocupado por visigodos, árabes y cristianos. A lo largo de su
historia, aparte de servir como fortaleza defensiva, también fue alcázar y
palacio. La entrada al
Castillo se realiza por una pequeña sala que es la oficina de turismo de la localidad. A pesar de que ya lo conocía por haber estado allí hace unos cuantos años, me encantó la visita y regresé, no sólo por ver la
arquitectura del castillo en sí (que se conserva bastante bien), sino también porque hay varias salas temáticas ambientadas sobre distintos aspectos relacionados con los
castillos, así como con la historia de éste y el papel que jugó en la evolución de
Niebla. Justicia Señorial, ubicada en las mazmorras. Me resultó impactante porque había una
exposición sobre los métodos de tortura
medievales, estando todos los objetos debidamente documentados con una explicación de su modo de empleo (daban escalofríos al leerlas). Todo este sótano estaba ambientado, con iluminación lúgubre, telarañas por doquier,
música tétrica, e incluso maniquíes caracterizados. También hay una sala dedicada a Ellen Mary Whishaw, que fue una mujer innovadora que llegó a Niebla desde Inglaterra, revolucionando la sociedad de la época con sus investigaciones sobre
arqueología, historia, mitología y artes populares.