Suplicio del
agua: Entre los suplicios más atroces estaba y está, el del agua. La víctima es inclinada con los pies hacia abajo y obligada a engullir inmensas cantidades de agua, generalmente con un embudo embutido en la boca mientras la nariz es tapada, lo cual fuerza a tragar todo el contenido del embudo antes de poder respirar una bocanada de aire. Solo el terror de la asfixia repetido infinitas veces, es de por sí un tormento angustioso. Cuando el estómago se distiende e hincha de manera grotesca, se inclina la víctima con la cabeza hacia abajo; la presión contra el diafragma y el corazón ocasiona estados de sufrimiento que el verdugo aumenta golpeando el abdomen. Este tratamiento se aplica ampliamente hoy en día porque es fácil de administrar y no deja marcas dolorosas