Durante más de tres siglos la población subsistió gracias a una exigua producción agropecuaria. Palos a pesar de haber tenido una destacada participación en los descubrimientos geográficos, se vio prácticamente abocado a la desaparición, quedando a mediados del siglo XVIII con tan sólo 125 habitantes. A finales de esa misma centuria, algunos inversores catalanes, entre los que cabe destacar a D. Antonio Bueno, se dedicaron a la explotación vitivinícola de sus tierras, lo cual originó un lento pero constante crecimiento de la población, que no alcanzó las cifras precolombinas hasta mediados del siglo XX. Palos,
pueblo marinero, ha tenido un retroceso desde finales del siglo XX en esta actividad, centrada en la captura de
marisco, dejando paso a la industria, con parte importante dentro del Polo Industrial de la provincia y a una nueva
agricultura que ha propiciado el renacer de las potencialidades del municipio. Es una agricultura basada en el regadío y en el cultivo del fresón de Palos, que se exporta a la mayor parte de la Unión Europea.