No soy Rosaleño, pero una gran parte de mi infancia transcurrio en el, por razones de destino de mi padre, vivimos como unos siete u ocho años y he de decir, que ahora, a mis setenta años, aun permanecen vivas en mi memoria momento sumamente emetivos que me hacen recordarlos una y otra vez pues con ellos vuelvo a mi ya muy lejana juventud.