MARIAN, por favor, no le digas “bebe” al canario por que me recuerda a una señora que estaba en un comercio contando la muerte, que a mi me parecía de su marido, por la forma de contarlo. El pobre siempre estaba conmigo, no nos separábamos ni un momento. Yo me ponía en un sillón y él se tendía en una manta a mi lado, etc. etc. etc. Ya esto de la manta me extrañó. ¡Mira que el marido tenderse al lado en una manta! ¡No tenían cama! Y, cuando termina la historia, con unos lagrimones tremendo, yo creyendo ... (ver texto completo)