Buenas y calurosas tardes, amigos de Santa Bárbara.
Me he levantado de la siesta; mi contraria está regando, y yo me iré a ver el futbol. ¿A que parezco el Sultán de Kapurtala? Una cosa quede clara: Ana no lleva burka, y me ha echado de la huerta. Que se sepa quien manda.
Eso me ha dado tiempo para componer estas cosillas.
RECUERDOS DE MI AYER
Nos ha llegado el verano,
esa estación calurosa,
cuando la sombra se busca,
y mucha ropa nos sobra.
El agua fresca del pozo,
y las flores tan hermosas,
con olores a jazmín,
a los claveles y rosas.
La parra con sus racimos
con uvas blancas o rojas,
la ‘dama de noche’ en flor,
pequeña pero olorosa.
Y aquel dornillo de encina,
donde el gazpacho reposa,
el tocinito de beta,
que se deshace en la boca.
O tocino de jamón,
(monta tanto, tanto monta),
con un pan de Santa Bárbara,
que alimenta y que no engorda.
Después una buena siesta,
que hace un calor que te torras,
y hasta que no ‘baje’ el sol,
es preferible la sombra.
Por la noche, con la brisa,
y si es que la brisa sopla,
sentados ante la puerta,
el calor ya no se nota.
En las noches veraniegas,
¡que pronto pasan las horas!
mirando el cielo estrellado,
y luces de nebulosa.
“ ¡Buenas noches!” ” ¡Ve con Dios!”
“ ¡Hasta mañana, señora!”
“Tomando el fresquito, ¿no?”
“No se mueve ni una hoja”.
Estas son frases frecuentes,
que decimos las personas,
después de pasar un día
con un calor que sofoca.
En el pueblo en que nací,
que no es donde vivo ahora,
esas cosillas que cuento,
antaño pasaban todas.
Y ya para terminar,
porque terminar ya toca,
¡cierra la puerta, María!,
que el alba pronto se asoma.
Un abrazo para todos.
Me he levantado de la siesta; mi contraria está regando, y yo me iré a ver el futbol. ¿A que parezco el Sultán de Kapurtala? Una cosa quede clara: Ana no lleva burka, y me ha echado de la huerta. Que se sepa quien manda.
Eso me ha dado tiempo para componer estas cosillas.
RECUERDOS DE MI AYER
Nos ha llegado el verano,
esa estación calurosa,
cuando la sombra se busca,
y mucha ropa nos sobra.
El agua fresca del pozo,
y las flores tan hermosas,
con olores a jazmín,
a los claveles y rosas.
La parra con sus racimos
con uvas blancas o rojas,
la ‘dama de noche’ en flor,
pequeña pero olorosa.
Y aquel dornillo de encina,
donde el gazpacho reposa,
el tocinito de beta,
que se deshace en la boca.
O tocino de jamón,
(monta tanto, tanto monta),
con un pan de Santa Bárbara,
que alimenta y que no engorda.
Después una buena siesta,
que hace un calor que te torras,
y hasta que no ‘baje’ el sol,
es preferible la sombra.
Por la noche, con la brisa,
y si es que la brisa sopla,
sentados ante la puerta,
el calor ya no se nota.
En las noches veraniegas,
¡que pronto pasan las horas!
mirando el cielo estrellado,
y luces de nebulosa.
“ ¡Buenas noches!” ” ¡Ve con Dios!”
“ ¡Hasta mañana, señora!”
“Tomando el fresquito, ¿no?”
“No se mueve ni una hoja”.
Estas son frases frecuentes,
que decimos las personas,
después de pasar un día
con un calor que sofoca.
En el pueblo en que nací,
que no es donde vivo ahora,
esas cosillas que cuento,
antaño pasaban todas.
Y ya para terminar,
porque terminar ya toca,
¡cierra la puerta, María!,
que el alba pronto se asoma.
Un abrazo para todos.