Perdonadme, queridos amigos de Santa Bárbara, mi vaguedad para escribir en el foro.
Si hoy lo hago es porque oigo noticias de un acusado mal tiempo por esas tierras, y se me han ocurrido unos versillos relacionados con el mal tiempo de otros tiempos.
Permitidme que se los dedique en primer lugar a mi querido amigo Antonio Escudero. Hasta la próxima.
OTROS TIEMPOS
Era una noche ventosa,
de mucha agua y de viento,
los candiles se apagaban,
solo me alumbraba el fuego.
En aquel cortijo, a solas,
con escasos alimentos,
y con un colchón de paja
donde reposar mis huesos.
Con las bestias en la cuadra,
Y en la zahúrda los puercos,
las cabras en el aprisco,
y en el cortinal los perros.
Sin desnudarme siquiera,
a la cama fui directo,
antes atranqué la puerta,
la gatera tapé luego.
Y como el viento silbaba,
con su arrullo dormí presto;
aunque es muy fácil dormirse
cuando está cansado el cuerpo.
Las tormentas, que las hubo,
no despertaron mi sueño,
era tal mi agotamiento,
que no escuché un solo trueno.
A la mañana siguiente
empapado estaba el suelo,
y con las jaras que había
candela encendí de nuevo.
Calenté un poco café,
en un tiznado puchero,
cogí un mendrugo de pan,
de tres días por lo menos.
Me preparé la esportica,
con tocino pan y queso,
y la metí en las alforjas
con la navaja y mechero.
Esta es la vida que muchos
han vivido en otros tiempos,
por eso el quejarse ahora
no tiene sentido hacerlo.
P. G. V.
Si hoy lo hago es porque oigo noticias de un acusado mal tiempo por esas tierras, y se me han ocurrido unos versillos relacionados con el mal tiempo de otros tiempos.
Permitidme que se los dedique en primer lugar a mi querido amigo Antonio Escudero. Hasta la próxima.
OTROS TIEMPOS
Era una noche ventosa,
de mucha agua y de viento,
los candiles se apagaban,
solo me alumbraba el fuego.
En aquel cortijo, a solas,
con escasos alimentos,
y con un colchón de paja
donde reposar mis huesos.
Con las bestias en la cuadra,
Y en la zahúrda los puercos,
las cabras en el aprisco,
y en el cortinal los perros.
Sin desnudarme siquiera,
a la cama fui directo,
antes atranqué la puerta,
la gatera tapé luego.
Y como el viento silbaba,
con su arrullo dormí presto;
aunque es muy fácil dormirse
cuando está cansado el cuerpo.
Las tormentas, que las hubo,
no despertaron mi sueño,
era tal mi agotamiento,
que no escuché un solo trueno.
A la mañana siguiente
empapado estaba el suelo,
y con las jaras que había
candela encendí de nuevo.
Calenté un poco café,
en un tiznado puchero,
cogí un mendrugo de pan,
de tres días por lo menos.
Me preparé la esportica,
con tocino pan y queso,
y la metí en las alforjas
con la navaja y mechero.
Esta es la vida que muchos
han vivido en otros tiempos,
por eso el quejarse ahora
no tiene sentido hacerlo.
P. G. V.
