Antonio, ¿cuando canta el coro?.
Pedro, lo de la pesca en la orilla es un rollo de Angela.
Angela, tenía entendido que las comuniones en el pueblo eran a final der mes.
Isabel, Emigrao, Gerónimo, Xema Carrasco y a todos los demás, un saludo muy grande.
Ahí van unos versos malsonantes de mi cosecha.
Mi pueblo con sus calles
parecen hechas al azar
pero expulsan una belleza que
no se puede aguantar.
Las hay largas, estrechas y “encallejonás”,
todas ofrecen bondad,
pero tienen un pasado, que
desprende toda su humildad.
Gente humilde y sencilla por
ellas vienen y van
especialmente por la mañana
cuando van a comprar el pan.
Plaza de la “Resolana” de
historias sin acabar,
juegos al hoyo con perras gordas y
monedas de real.
La belleza de sus campos
en el tiempo primaveral,
margaritas y amapolas, y oir
el canto de la alondra real.
Quisiera recordar, la siega, la trilla
y por la tarde el acarreo al pajar,
volver después a la “era “y
por la mañana despertar.
Aquellas escuelas de pizarra y pizarrín
maestros de tableta en mano
te mandaban al rincón, si antes
no te habías aprendido la lección.
Pedro, lo de la pesca en la orilla es un rollo de Angela.
Angela, tenía entendido que las comuniones en el pueblo eran a final der mes.
Isabel, Emigrao, Gerónimo, Xema Carrasco y a todos los demás, un saludo muy grande.
Ahí van unos versos malsonantes de mi cosecha.
Mi pueblo con sus calles
parecen hechas al azar
pero expulsan una belleza que
no se puede aguantar.
Las hay largas, estrechas y “encallejonás”,
todas ofrecen bondad,
pero tienen un pasado, que
desprende toda su humildad.
Gente humilde y sencilla por
ellas vienen y van
especialmente por la mañana
cuando van a comprar el pan.
Plaza de la “Resolana” de
historias sin acabar,
juegos al hoyo con perras gordas y
monedas de real.
La belleza de sus campos
en el tiempo primaveral,
margaritas y amapolas, y oir
el canto de la alondra real.
Quisiera recordar, la siega, la trilla
y por la tarde el acarreo al pajar,
volver después a la “era “y
por la mañana despertar.
Aquellas escuelas de pizarra y pizarrín
maestros de tableta en mano
te mandaban al rincón, si antes
no te habías aprendido la lección.
