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SANTA BARBARA DE CASA: ANTONIO ESCUDERO: Del final de tu comentario de ayer,...

ANTONIO ESCUDERO: Del final de tu comentario de ayer, no me cabe la menor duda.
En el comercio de Francisco Fernández Caro (q. e. p. d.) he comprado varias veces jamones. ¿No tenía un hermano que se llama o llamaba Pedro?
Acabo de leer la Revista de Santa Bárbara. He de confesarte que algunos artículos han llegado a emocionarme; por ejemplo el Homenaje a Aniceto; o la ilusionada pareja que adopta una niña preciosa.
Como supongo que esta foto la has colgado tú, me permito decirte que mires los nombres de los que aparecen en la foto. Yo no les conocí pero hay algo que me parece raro.

LA COPLA

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.
(Manuel Machado)

CONCHI: Cuando vaya a Alosno, además de preguntar por tí a mi familia, le preguntaré también por tu querido esposo, mi tocayo Pedro.
Ya veo que si quieres, puedes. Hablándome de tu, yo me encuentro más cómodo. El abrazo que nos has enviado, al ser de tu a tu, lo he sentido más cercano.

RUBI: Bienvenida al foro, por la parte que me toca. Ya te he leído en otros foros. Aumenta la familia y eso es muy agradable. Te invito a que lo hagas en el de mi pueblo, El Cerro de Andévalo.

EMIGRAO: Mi hija no tiene consideración conmigo en lo referente a la mantequilla salada y demás. Por si ella no lo dice, ¿sabes qué quire que le traiga también del pueblo? REVOLTILLOS. Esta se piensa que yo soy Emilio Botín y que las cosas las trae SEUR. Ya veremos.
Mira en El Cerro había un hombre (tío Bartolomé Gigante), que era recobero, y cuando iba a Huelva, la gente del pueblo les hacían encargos. Se lo daban en un papelito escrito que él ponía sobre la mesa estufa, junto con el dinero de los que se lo habían adelantado. Pero hacía lo siguiente: Soplaba fuerte sobre la mesa y los papeles que no tenían dinero encima, esos volaban al suelo. Y él decía: "Esos no vienen conmigo a Huelva". Entiendes, ¿verdad?. Lo que me pasa es que con ella yo tengo un corazón de merengue.

CASTILLEJA: ¡Si te contara lo que le pasó a mi difunto padre con los dichosos higos chumbos! Se comió de una sentá entre 35 ó 40 higos. Los barrió muy bien, los metió en un cubo con agua fresquita del pozo, y pelar y comer; pero ¡ay madre mía! se le formó tal tapón que se llevó una semana sin hacer de vientre. Cuando por fín lo hizo, como salió corriendo para la esterquera (no había Water en mi casa), las pipas parecíen un carril de hormigas.

ISAMARÍA: Efectivamente, el pan duro se remojaba y servía para hacer el resobo; pero como seguí sobrando, se metía en propio gazpacho con los tamaños que fueras capaz de trocear con las manos. Tengo un dornillo de encina que hasta donde he podido saber, tiene cerca de 200 años.