¡Qué tal, amigos!
ALOSNERA Y OLÉ: No sabes cuánto he sentido que no pudieras oír bien a tu querido profesor. Tampoco has logrado entrar en directo. Otra vez será. Puedo asegurarte que durante un rato no cogí el teléfono para marcar, esperando que tú lo hicieras primero. Yo si tuve la suerte de charlar un ratito con él y con nuestro amigo Antonio Escudero. La hora se quedó cortísima para lo mucho que puede dar de sí una charla con don Antonio.
ANTONIO ESCUDERO: ¿Por qué después de colgar yo, seguí unos segundos escuchándome?
Naturalmente, Antonio, los jóvenes (¿hasta cuándo se puede considerar la juventud?) tienen otros temas más interesantes para ellos, que el rememorar sus vivencias, porque las tienen recientes. Cuando pasen unos años, harán lo que nosotros, y reprocharán a la juventud que no lo hagan. La vida es una noria. Hay que procurar llenar todos los cajilones en cada giro.
ISAMARIA: Como parece que has desaparecido en combate, poco puedo comentarte. Sólo te voy a dejar unas frases que se usan en El Cerro y espero que tú me digas el significado:
“Ese caballo baila en un jarnero”
“No echamos un pié palante”
“Ese está hecho un camándulaaa…”
CONCHI: Ya de nuevo en Barça. Supongo que el viaje bien, aunque cargada de nostalgia.
Te diré que tu suegro, Goro, tenía una taberna en ‘la vera abajo’ de la calle Marrubio, esquina con la calle Padre Domínguez, cerca de la tienda de Francisco ‘Reverte’. Allí acudía a veces mi padre a tomar las copas y jugar a las cartas. Tu suegro los gravaba y luego reproducía las conversaciones en el ya citado magnetófono. Era toda una atracción. Posteriormente las borraba, porque sólo contaba con un carrete. Lo que no tengo muy claro en mi memoria es si vivían en la calle San Antonio, en la casa que hace esquina con el callejón del Monturio, o en El Castillo, frente a las escuelas (hoy geriátrico en construcción). Tu marido te podrá decir.
RUBÍ: ¡Que nombre tan bonito! Tú, Rubí, y la contraria de Seve, Perla. Aquí no nos andamos con bisutería.
Esta noche he leído tus chats en PUEBLOS DE HUELVA de H. R. Yo no pude seguiros y perdí el hilo del chateo.
¡Por favor!, prodígate algo más por estos foros.
CUPE: Tanto tú como Alosnera y Olé me dais una envidia enorme; y te diré porqué: Yo también inicié la carrera de magisterio, esa era mi ilusión, pero por imperativos económicos tuve que dejarlo después de cursar 2º, y marcharme al Valle de Arán a trabajar. De allí, pasé a hacer el servicio militar, y para cuando me licencié, ‘ya estaba el forraje duro pa pitaeras’. Habían pasado cinco años.
Me vine a Vitoria y entré a trabajar en Michelín. No he hecho jamás una rueda, pero he visto hacer miles. ¿Y por qué estoy contando todo esto? Ah!, por los de la Puebla que están en Valladolid en la misma multinacional. En mis frecuentes viajes a esa factoría, hice buenos amigos vallisoletanos, pero al jubilarnos, esa relación, desgraciadamente, ya no existe.
Otro día te contaré una anécdota que me ocurrió ahí.
SEVE: Vas a creerte lo que te voy a decir: Esta noche he escuchado tu voz, y te aseguro que si no supiera la edad que tienes, pensaría que no pasabas de 50 años. ¡Qué reciedumbre!, ¡qué potencia!, ¡qué nitidez!.
Acto seguido te pregunto: ¿Tu caballo relincha como el mío? Al mío le ponen la cebá por delante y, o está satisfecho o no tiene ganas de comer.
CASTILLEJA: Hablando de caballos: Un cochero de caballos en Sevilla, que lleva a unos turistas al trote. El caballo estaba más estrecho que la ley. Le dice un turista: “Cabalio poco comida; poco gordío”. Le contesta el cochero. “Qué vaaa; este deja la cebá de sobra”. A esto ve el caballo una cáscara de naranja en el suelo y se tira a por ella como en los placajes de rugbi. El cochero le pega un tirón de las riendas diciendo: “ ¡Caballo, con las chucherías ¡”
EMIGRAO: Mi caballo no relincha aunque le pongan por delante la yeguada militar. Ahora, eso sí, le hacen más los ojos que la boca.
MANOLI: Dices en tu comentario que tienes familia en El Cerro, ¿podemos saber de quienes se trata?
Voy a tener que crearme un fichera para saber quién es quién. Lo malo es que a veces me pregunto: ¿Quién soy yo? Yo soy mi mejor amigo.
JUAN: ¿Qué te recuerda esto?
Viva El Cerro que es mi tierra.
San Benito es mi Patrón.
Viva la gente de El Cerro,
porque de El Cerro soy yo.
No hay, o al menos yo no lo sé, que haya un fandango que repita más veces el nombre de nuestro pueblo.
¡Viva San Benito!
Bueno, amigos y amigas, para mí va siendo ya la hora de planchar la oreja. Un beso muy fuerte. Agur.
ALOSNERA Y OLÉ: No sabes cuánto he sentido que no pudieras oír bien a tu querido profesor. Tampoco has logrado entrar en directo. Otra vez será. Puedo asegurarte que durante un rato no cogí el teléfono para marcar, esperando que tú lo hicieras primero. Yo si tuve la suerte de charlar un ratito con él y con nuestro amigo Antonio Escudero. La hora se quedó cortísima para lo mucho que puede dar de sí una charla con don Antonio.
ANTONIO ESCUDERO: ¿Por qué después de colgar yo, seguí unos segundos escuchándome?
Naturalmente, Antonio, los jóvenes (¿hasta cuándo se puede considerar la juventud?) tienen otros temas más interesantes para ellos, que el rememorar sus vivencias, porque las tienen recientes. Cuando pasen unos años, harán lo que nosotros, y reprocharán a la juventud que no lo hagan. La vida es una noria. Hay que procurar llenar todos los cajilones en cada giro.
ISAMARIA: Como parece que has desaparecido en combate, poco puedo comentarte. Sólo te voy a dejar unas frases que se usan en El Cerro y espero que tú me digas el significado:
“Ese caballo baila en un jarnero”
“No echamos un pié palante”
“Ese está hecho un camándulaaa…”
CONCHI: Ya de nuevo en Barça. Supongo que el viaje bien, aunque cargada de nostalgia.
Te diré que tu suegro, Goro, tenía una taberna en ‘la vera abajo’ de la calle Marrubio, esquina con la calle Padre Domínguez, cerca de la tienda de Francisco ‘Reverte’. Allí acudía a veces mi padre a tomar las copas y jugar a las cartas. Tu suegro los gravaba y luego reproducía las conversaciones en el ya citado magnetófono. Era toda una atracción. Posteriormente las borraba, porque sólo contaba con un carrete. Lo que no tengo muy claro en mi memoria es si vivían en la calle San Antonio, en la casa que hace esquina con el callejón del Monturio, o en El Castillo, frente a las escuelas (hoy geriátrico en construcción). Tu marido te podrá decir.
RUBÍ: ¡Que nombre tan bonito! Tú, Rubí, y la contraria de Seve, Perla. Aquí no nos andamos con bisutería.
Esta noche he leído tus chats en PUEBLOS DE HUELVA de H. R. Yo no pude seguiros y perdí el hilo del chateo.
¡Por favor!, prodígate algo más por estos foros.
CUPE: Tanto tú como Alosnera y Olé me dais una envidia enorme; y te diré porqué: Yo también inicié la carrera de magisterio, esa era mi ilusión, pero por imperativos económicos tuve que dejarlo después de cursar 2º, y marcharme al Valle de Arán a trabajar. De allí, pasé a hacer el servicio militar, y para cuando me licencié, ‘ya estaba el forraje duro pa pitaeras’. Habían pasado cinco años.
Me vine a Vitoria y entré a trabajar en Michelín. No he hecho jamás una rueda, pero he visto hacer miles. ¿Y por qué estoy contando todo esto? Ah!, por los de la Puebla que están en Valladolid en la misma multinacional. En mis frecuentes viajes a esa factoría, hice buenos amigos vallisoletanos, pero al jubilarnos, esa relación, desgraciadamente, ya no existe.
Otro día te contaré una anécdota que me ocurrió ahí.
SEVE: Vas a creerte lo que te voy a decir: Esta noche he escuchado tu voz, y te aseguro que si no supiera la edad que tienes, pensaría que no pasabas de 50 años. ¡Qué reciedumbre!, ¡qué potencia!, ¡qué nitidez!.
Acto seguido te pregunto: ¿Tu caballo relincha como el mío? Al mío le ponen la cebá por delante y, o está satisfecho o no tiene ganas de comer.
CASTILLEJA: Hablando de caballos: Un cochero de caballos en Sevilla, que lleva a unos turistas al trote. El caballo estaba más estrecho que la ley. Le dice un turista: “Cabalio poco comida; poco gordío”. Le contesta el cochero. “Qué vaaa; este deja la cebá de sobra”. A esto ve el caballo una cáscara de naranja en el suelo y se tira a por ella como en los placajes de rugbi. El cochero le pega un tirón de las riendas diciendo: “ ¡Caballo, con las chucherías ¡”
EMIGRAO: Mi caballo no relincha aunque le pongan por delante la yeguada militar. Ahora, eso sí, le hacen más los ojos que la boca.
MANOLI: Dices en tu comentario que tienes familia en El Cerro, ¿podemos saber de quienes se trata?
Voy a tener que crearme un fichera para saber quién es quién. Lo malo es que a veces me pregunto: ¿Quién soy yo? Yo soy mi mejor amigo.
JUAN: ¿Qué te recuerda esto?
Viva El Cerro que es mi tierra.
San Benito es mi Patrón.
Viva la gente de El Cerro,
porque de El Cerro soy yo.
No hay, o al menos yo no lo sé, que haya un fandango que repita más veces el nombre de nuestro pueblo.
¡Viva San Benito!
Bueno, amigos y amigas, para mí va siendo ya la hora de planchar la oreja. Un beso muy fuerte. Agur.