
Buenas noches, amigos de Santa Bárbara.
ÁNGELA ESCUDERO SUAREZ: Tú como siempre, a la cabeza a la hora de informar al personal. Entre lo que escribes aquí, y lo que seguramanete informas a las personas que van a tu panadería, no queda un cuco que no se haya enterado.
Bueno, sí, alguno no lo ha hecho aún.
MACARENA: Nunca es tarde para aprender. La única cosa que aprendes y luego no te sirve para nada, es a morir. Estudiar a tu edad también tiene sus ventajas y no son pocas. Tu poder de comprensión, por ejemplo, es mucho mayor ahora que cuando tenías 10 ó 12 años.
Bueno, ¿y tu padre como va de su operación? Deseo que bien.
No te preocupes, amiga, que no me sofoco; sólo que me fastidian las salidas de pata de banco.
ISABEL: Por lo que he leído, ya se te van pasando esas molestias propias de los inicios de embarazo. ¿Tu compa tambíen ha tenido esas molestias? Para que luego venga la Bibiana Aido hablando de la igualdad. Yo pienso que hombres y mujeres somos iguales en derechos y deberes, pero en lo demás, afortunadamente para ambos sexos, somos diferentes.
Gracias por tus palabras de afecto. Te aseguro que ese afecto es recíproco, y tu bien lo sabes.
Ya he llegado a un acuerdo con mi hija Marían para que me informe del sexo de tu futuro bebé, ya que, como sabes, no estaré en mi casa de Alegría.
CASTILLEJA: ¡Pero si tú sabes más que Briján! ¿Estás yendo a la EPA? Eso está muy bien. Ánimo.
Como Antonio no ha aparecido por aquí, yo voy a usurparle el espacio que dedica a sus poesías.
¡QUE MALA ES LA SOBERBIA!
Una rica mentecata,
pero de luces fundidas,
pensaba que todo el mundo
giraba en torno a su vida.
Su voluntad imponía
por medio de su dinero,
mas, de nada le sirvió
con un triste pordiosero.
Quiso comprarle su honor,
que es patrimonio del alma,
y el cuerpo su fortaleza,
y la razón es su lanza.
Esto enciende su soberbia,
y su lengua se desata,
ofendiendo al pordiosero,
que no teme sus bravatas.
“Perdóneme usted, señora”
“A usted yo no le hice nada,
A mí no me compra nadie;
y por mi parte, ya basta”
Un abrazo para todos, los no citados incluidos. Agur.
ÁNGELA ESCUDERO SUAREZ: Tú como siempre, a la cabeza a la hora de informar al personal. Entre lo que escribes aquí, y lo que seguramanete informas a las personas que van a tu panadería, no queda un cuco que no se haya enterado.
Bueno, sí, alguno no lo ha hecho aún.
MACARENA: Nunca es tarde para aprender. La única cosa que aprendes y luego no te sirve para nada, es a morir. Estudiar a tu edad también tiene sus ventajas y no son pocas. Tu poder de comprensión, por ejemplo, es mucho mayor ahora que cuando tenías 10 ó 12 años.
Bueno, ¿y tu padre como va de su operación? Deseo que bien.
No te preocupes, amiga, que no me sofoco; sólo que me fastidian las salidas de pata de banco.
ISABEL: Por lo que he leído, ya se te van pasando esas molestias propias de los inicios de embarazo. ¿Tu compa tambíen ha tenido esas molestias? Para que luego venga la Bibiana Aido hablando de la igualdad. Yo pienso que hombres y mujeres somos iguales en derechos y deberes, pero en lo demás, afortunadamente para ambos sexos, somos diferentes.
Gracias por tus palabras de afecto. Te aseguro que ese afecto es recíproco, y tu bien lo sabes.
Ya he llegado a un acuerdo con mi hija Marían para que me informe del sexo de tu futuro bebé, ya que, como sabes, no estaré en mi casa de Alegría.
CASTILLEJA: ¡Pero si tú sabes más que Briján! ¿Estás yendo a la EPA? Eso está muy bien. Ánimo.
Como Antonio no ha aparecido por aquí, yo voy a usurparle el espacio que dedica a sus poesías.
¡QUE MALA ES LA SOBERBIA!
Una rica mentecata,
pero de luces fundidas,
pensaba que todo el mundo
giraba en torno a su vida.
Su voluntad imponía
por medio de su dinero,
mas, de nada le sirvió
con un triste pordiosero.
Quiso comprarle su honor,
que es patrimonio del alma,
y el cuerpo su fortaleza,
y la razón es su lanza.
Esto enciende su soberbia,
y su lengua se desata,
ofendiendo al pordiosero,
que no teme sus bravatas.
“Perdóneme usted, señora”
“A usted yo no le hice nada,
A mí no me compra nadie;
y por mi parte, ya basta”
Un abrazo para todos, los no citados incluidos. Agur.