Aunque los orígenes de
Villablanca se remontan tan sólo a la Edad Moderna, no hay que olvidar que toda la zona en que se enclava se identifica con uno de los escenarios más importantes en cuanto a asentamientos humanos desde la prehistoria; los primeros pobladores peninsulares, que ingresaron por el sur procedentes de Africa, aprovecharon la riqueza natural de estos territorios para proceder a la fundación de aldeas o núcleos tribales, ya que los que durante el Paleolítico habían sido cazadores nómadas habían optado, en la Revolución Neolítica, por reconvertirse al sedentarismo y con ello a las faenas agrícolas recolectadoras. La presencia de las civilizaciones clásicas resulta un hecho ineludible, desde las fundamentales mejoras de la romanización hasta la oportunísima revivificación de los
campos gracias a los moros. Fueron los árabes de la franja suroccidental de Al-Andalus quienes habitaron la actual Villablanca antes que los ejércitos castellanos, en la Reconquista. Una vez expulsados los árabes, los caballeros de la
Cruz, venidos desde los reinos de
Castilla y León, adaptaron la alquería a sus necesidades repobladoras. Como venía a ser habitual, el lugar se repartió entre los partícipes más destacados de la contienda contra el Islam. No obstante, la fundación propiamente dicha toma cuerpo hacia el s. XVI, en su primer tercio. De esta manera, se asume no sólo la fundación, sino también el nombre que, en adelante, evolucionaría hasta llegar al actual de Villablanca.
El libro 'Expedientes carcelarios de Valdelarco y Villablanca (
Huelva). Prisión Provincial, 1936-1939' (Facediciones, 2008), de Juan José Antequera Luengo y Juan José Luengo Jiménez, da cuenta de cuantos vecinos sufrieron prisión durante la guerra civil española.