Si bien, el nacimiento de este municipio está ligado al proyecto de colonización de
Sierra Morena, puesto en marcha por Carlos III en el siglo XVIII, esta fundación se realizó sobre otro asentamiento de orígenes remotos.
Los documentos más antiguos en los que se menciona la localidad de
Arquillos datan de 1254, en los que Alfonso X el Sabio, entregó la aldea a
Baeza para que la protegiera y defendiera. Por otro documento, en el que el rey concede a
Úbeda las aldeas de
Cabra y Santisteban, e indica que había tomado Arquillos a esta ciudad para entregarla a Baeza, se deduce que la aldea tendría al menos un origen islámico. En el siglo XIII debió ser ocupada por Fernando III y entregada al Concejo de Úbeda. La pertenencia al Arciprestazgo de Baeza aún la atestigua Ximena Jurado en sus Anales de 1652.
Y es que Arquillos, localización en la
puerta del Condado, paso obligado en las
vías de
Granada a
Cuenca y de
Valencia a
Sevilla, reunía desde antiguo las condiciones propicias para el asentamiento de una población, basada en el desarrollo agrícola y ganadero. Por el mismo motivo, no es de extrañar que fuera elegido por el superintendente Pablo de Olavide para la localización de uno de los núcleos de colonización y al que tenía el gusto de llamarle Campomania, aunque finalmente no lo consiguió.
Este proyecto de colonización de Sierra Morena en pleno siglo XVIII fue una gran empresa urbanizadora que contempló la creación de cuarenta y cuatro
pueblos y once ciudades en lugares yermos de la Parrilla y Sierra Morena. Se pretendía tanto poblar y poner en cultivo zonas semi desérticas, como hacer más seguro el trayecto
Cádiz-
Madrid para viajeros y mercancías.
El territorio se ordenó de acuerdo a un plan preconcebido y los nuevos pueblos y aldeas fueron diseñados a priori siguiendo los patrones clasicistas que imperaban en la época. Uno de los lugares que mejor han mantenido este urbanismo es Arquillos, un trazado en damero, regido por principios de simetría, uniformidad y orden, con un variado
juego de
plazas y con el centro cívico y religioso en el borde occidental, junto al cruce de
caminos.
Arquillos dependió durante bastante tiempo de Santisteban del
Puerto hasta que, en 1833, la reina Isabel II le concedió la independencia por haber entregado, diez años antes, al general Riego, símbolo del liberalismo revolucionario, refugiado allí en la última insurrección.
Los documentos más antiguos en los que se menciona la localidad de Arquillos datan de 1254, en los que Alfonso X el Sabio, entregó la aldea a Baeza para que la protegiera y defendiera. Por otro documento, en el que el rey concede a Úbeda las aldeas de Cabra y Santisteban, e indica que había tomado Arquillos a esta ciudad para entregarla a Baeza, se deduce que la aldea tendría al menos un origen islámico. En el siglo XIII debió ser ocupada por Fernando III y entregada al Concejo de Úbeda. La pertenencia al Arciprestazgo de Baeza aún la atestigua Ximena Jurado en sus Anales de 1652. Y es que Arquillos, paso obligado en las vías de Granada a Cuenca y de Valencia a Sevilla, reunía desde antiguo las condiciones propicias para el asentamiento de una población, basada en el desarrollo agrícola y ganadero. Por el mismo motivo, no es de extrañar que fuera elegido por el superintendente Pablo de Olavide para la localización de uno de los núcleos de colonización y al que tenía el gusto de llamarle Campomania, aunque finalmente no lo consiguió. Este proyecto de colonización de Sierra Morena en pleno siglo XVIII fue una gran empresa urbanizadora que contempló la creación de cuarenta y cuatro pueblos y once ciudades en lugares yermos de la Parrilla y Sierra Morena. Se pretendía tanto poblar y poner en cultivo zonas semidesérticas, como hacer más seguro el trayecto Cádiz-Madrid para viajeros y mercancías. El territorio se ordenó de acuerdo a un plan preconcebido y los nuevos pueblos y aldeas fueron diseñados a priori siguiendo los patrones clasicistas que imperaban en la época. Uno de los lugares que mejor han mantenido este urbanismo es Arquillos, un trazado en damero, regido por principios de simetría, uniformidad y orden, con un variado juego de plazas y con el centro cívico y religioso en el borde occidental, junto al cruce de caminos. Arquillos dependió durante bastante tiempo de Santisteban del Puerto hasta que, en 1833, la reina Isabel II le concedió la independencia por haber entregado, diez años antes, al general Riego, símbolo del liberalismo revolucionario, refugiado allí en la última insurrección.