Recibe el nombre de su origen, un aula en la que se impartían clases de filología sueca. Al no tener éxito, el maestro abrió al lado un
bar. Esa es la
historia del
pueblo.
Los 20 clientes más habituales del local llegaron incluso a hacer vida allí, y entre caña y caña pensaron en empadronarse en ese lugar, para evitar desplazamientos que pudieran interrumpir cualquier tertulia o conversación animada.
El maestro y hostelero, gran pensador, llamó
AulaBar al pueblo