Mañana será el día de las despedidas, de las lagrimitas de cocodrilo, quizás de los grandes discuros de los grandes y orondos politicastros que abandonan la casa grande con la conciencia tranquila, como acostumbran a decir, de haber hecho bien los deberes (parece que estén en la escuela).Seguro que es por deformación profesional de alguno que tenía vocación de maestro, de pertenecer al gremio de la tiza, pero como no valía para otra cosa se metió a politiquillo.
También será el día de la bienvenida, de la toma de posesión de los nuevos, de la savia nueva (esperemos que sea mejor que la vieja), de la ilusión. Pero cuánto durarán algunos en el sillón, ¿no se cansarán antes?
Lo veremos en directo con ilusión.
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