Hemos vivido momentos de gran desánimo a causa del más infame de los atentados. De gran dolor y solidaridad, y también de furia precisamente cuando unas elecciones generales estaban a punto de celebrarse. Hemos visto con pavor como un grupo de fanáticos ha logrado por unos días convulsionar nuestro querido país, minar el discurrir pacífico de la vida y de la política. Y a este duro golpe sólo se puede responder con la mayor fortaleza. Hay que volver a la lucha del día a día por muy difícil que esto sea. De nuevo, los colegios, las universidades, las escuelas han de rebosar. Llenemos las aulas para seguir aprendiendo a ser personas competentes y honestas. Hay que seguir luchando por alcanzar esos sueños y metas legítimos que uno se ha marcado. Hacer una sociedad que en lo esencial esté unida y apueste sin ambages por la vida y el progreso. Nuestra voluntad ha de vencer a esos desalmados pues sabemos, desde lo más profundo de nuestro ser, que de verdad somos los buenos...