En los alrededores de
Canena hay dos importantes asentamientos de época
romana, uno de éstos es el conocido como Villa del
Balneario, en el que se han localizado abundantes restos cerámicos, así como un
mosaico y un pavimento del tipo "opus rudus"; otro es el conocido como el Molinillo, al parecer una villa bajo-imperial, sobre la que en tiempos posteriores se construyó un
acueducto y un
molino (XIII-XVIII).
Los especialistas han señalado en diversas ocasiones que el nombre de Canena puede proceder de la tribu árabe de los banu Kinina, una de las tribus que entraron en Al-Andalus en época de la conquista. La localidad debió caer en manos de Fernando III al mismo tiempo que el resto de la región, hacia 1226.
A lo largo de la Edad Media la localidad tuvo una vida muy ajetreada: tras la conquista fue entregada al distrito de
Baeza, poco después, Alfonso X otorgó propiedades de esta villa a las Órdenes
Militares de Calatrava y Santiago, por último, en 1302, Fernando IV se la arrebata a la Orden de Calatrava y la cede a la ciudad de
Úbeda.
A finales del siglo XV Sancho de Benavides se apodera de Canena en el contexto de su disputa por la encomienda Calatrava de Canena y comienza la construcción de un
castillo, sin permiso real y con las consiguientes quejas de Baeza ante los Reyes Católicos, quienes habían prohibido que se levantasen nuevas fortalezas en el territorio para poner fin a las luchas entre los bandos nobiliarios.
En 1538 don Francisco de los Cobos, secretario del emperador Carlos V y gran mecenas del renacimiento en Úbeda y su comarca,
compra la villa de Canena. La localidad entra a formar parte de un extenso Señorío, que tras su muerte, fue regentado por su esposa y descendientes, los marqueses de Camarasa. En Canena, este gran mecenas, legó una de sus mayores empresas constructivas, la transformación del castillo en un suntuoso
palacio, cuya traza y dirección de obras recayeron en Andrés de Vandelvira.
En los alrededores de Canena hay dos importantes asentamientos de época romana, uno de éstos es el conocido como Villa del Balneario, en el que se han localizado abundantes restos cerámicos, así como un mosaico y un pavimento del tipo opus rudus; otro es el conocido como el Molinillo, al parecer una villa bajo-imperial, sobre la que en tiempos posteriores se construyó un acueducto y un molino (XIII-XVIII). Los especialistas han señalado en diversas ocasiones que el nombre de Canena puede proceder de la tribu árabe de los banu Kinina, una de las tribus que entraron en Al-Andalus en época de la conquista. La localidad debió caer en manos de Fernando III al mismo tiempo que el resto de la región, hacia 1226. A lo largo de la Edad Media la localidad tuvo una vida muy ajetreada: tras la conquista fue entregada al distrito de Baeza, poco después, Alfonso X otorgó propiedades de esta villa a las Órdenes Militares de Calatrava y Santiago, por último, en 1302, Fernando IV se la arrebata a la Orden de Calatrava y la cede a la ciudad de Úbeda. A finales del siglo XV Sancho de Benavides se apodera de Canena en el contexto de su disputa por la encomienda Calatrava de Canena y comienza la construcción de un castillo, sin permiso real y con las consiguientes quejas de Baeza ante los Reyes Católicos, quienes habían prohibido que se levantasen nuevas fortalezas en el territorio para poner fin a las luchas entre los bandos nobiliarios. En 1538 don Francisco de los Cobos, secretario del emperador Carlos V y gran mecenas del renacimiento en Úbeda y su comarca, compra la villa de Canena. La localidad entra a formar parte de un extenso Señorío, que tras su muerte, fue regentado por su esposa y descendientes, los marqueses de Camarasa. En Canena, este gran mecenas, legó una de sus mayores empresas constructivas, la transformación del castillo en un suntuoso palacio, cuya traza y dirección de obras recayeron en Andrés de Vandelvira.