En 1767 llegaron los primeros colonos traídos por el aventurero bávaro Thürrieguel desde distintos puntos de Europa central. La puesta en marcha no fue fácil, acompañada de un cúmulo de dificultades y desencantos. En Carboneros el proceso se inició con la construcción de cinco casas, una iglesia, un recinto dedicado a cárcel y un pósito. El proceso se fue consolidando poco a poco, a principios del XIX ya contaba con unos 515 habitantes. A mediados de la mencionada centuria su actividad productiva se había especializado en el aceite, lo que propició el auge de este asentamiento, que a principios del XX casi duplicaba su población, con un total de 983 habitantes.