La de veces que íbamos al segundo piso a jugar al ping pong. Allí era donde nos juntábamos los jóvenes y pasábamos muchas tardes hasta que casi nos echaban. Recuerdo que enfrente, en una
casa que estaban haciendo, pusieron unos futbolines y también pasábamos unos buenos ratos. A peseta la partida. ¡Qué tiempos aquellos! Saludos para todos.-