Asunción García-Negrete Parera (1843-1911).
“Mamá Asunción” Bisabuela de Dolores Aranda
Castillo. Casada en primeras nupcias con Rafael García. De ahí nacerá Ramón García García-Negrete que se casó con Brígida Medina.
En segundas nupcias con Miguel Castillo Roldán (“Zacoto”). Los hijos de este segundo matrimonio: Rosa, Miguel, Carlos (tu abuelo)…
Hijos políticos: la ya referida Brígida Medina, Carmen Castillo, Teodora Álvarez, José
Jaén, Dolores Morales y Federico Parera.
Espero que dicha
información te sea de utilidad.
Esta
foto de Asunción data de la segunda mitad del siglo XIX. Seguramente de los años 60 o 70 del siglo XIX. Toda una “señora”. Ésta manera de vestir recuerda mucho a aquella distinción entre mujeres respetables y no respetables. El corsé, la crinolina, el miriñaque: símbolo de distinción entre “señora” y “mujer”.
La separación entre mujeres respetables y no respetables (entre “señoras” y “mujeres”) se puso en marcha muy pronto con el uso del velo para cubrir el cuerpo de las que eran consideradas respetables.
El siglo XIX fue un siglo de retroceso para las señoras y para las mujeres. Las primeras (monjas y damas) aceptaron adaptarse a la función a las que se las destinaba: cocer budines, hacer media, tocar el piano,
bordar, rezar el rosario, embellecer la vida de sus maridos y parir hijos en el caso de las damas…. Aunque hubo algunas que se rebelaron contra la situación de opresión y sublimación a la que estaban sometidas. El caso de Dolores García-Negrete, su sobrina, fue muy esclarecedor: “….. Y tú, mujer española, ejemplo universal de sublimes abnegaciones, no puede faltar tu decisivo concurso en esta magnífica campaña por el triunfo definitivo de la soberanía del
pueblo, la redención del trabajo y el libre desenvolvimiento de las ideas humanitarias”.
Las segundas empeoraron también su situación por las transformaciones habidas en la sociedad agraria. En el trabajo asalariado, en el
campo y en la
fábrica, la situación de la mujer empeoró: cobraban de un tercio a la mitad que los hombres.
Las “señoras” para distinguirse de las “mujeres” (trabajadoras) deberían aparecer pálidas y delicadas, inútiles para cualquier actividad física, de pies pequeños y cintura estrechísima, lo que conseguían gracias al corsé y la crinolina.
Este tipo de vestidos e indumentaria estaban por lo general fuera del alcance de las “mujeres”.