Detalle de Manuel Collado Moyano.
Gracias, Manolo.
Comentarios en prensa sobre “Los intermediarios”, comedia del inolvidable
médico Federico
Castillo Extremera.
“Sentados ante una mesita, en la
terraza de “El Norte”, nos decía Federico Castillo, jugueteando con su bastón, “ ¡Estreno, estreno y estreno!”.
Y, efectivamente, Castillo Extremera estrenó “Los intermediarios”.
La obra del novel comediógrafo- como se ha dado en llamar a los que hacen comedias- nos retrató a su autor, a pesar de guardarse su nombre bajo la más rigurosa incógnita.
Tiene “Los intermediarios” el espíritu de un criticismo agudo, de una sensibilidad social, de una visión hosca y enérgica; es una obra estudiada con escrupulosa devoción y está sazonada con fino ingenio, con magistral agudeza.
Nos retrata el autor a los intermediarios, en las actuales contiendas sociales, como los enemigos de la humanidad, como un conjunto de farsantes egoístas, que viven y medran dominando a una legión de trabajadores, sencillos e ignorantes, a quienes los cacareados progresos modernos y todas esas mentidas maravillas, no han aliviado en nada, hasta la presente, su existencia, sino al contrario, la hacen cada día más desdichada.
En “Los intermediarios” se sustenta la tesis que muy bien pudiéramos parangonar, interpretando el sentir de su autor, como sociólogo que pesa y somete todo al escalpelo de la razón, con la filosofía de
León Tolstoi: “El que no se siente capaz de ser pobre, tampoco lo es para ser libre”, o aquella otra de Reclús: “No os acuséis los unos a los otros; quitaos la propia miseria, y la miseria del mundo se habrá acabado”.
Y esta tesis que en toda la obra se sustenta, aliñada con agudezas que castigan y sátiras que mortifican a cuantos viven fuera de la realidad, alimentando pasiones y odios encarnizados que hacen olvidar que la vida debe ser sagrada para el hombre, hizo que el ensayo teatral de Federico Castillo, que asomó tímido y tembloroso con la virginidad del primer
fruto, obtuviese un éxito inmenso, y que su autor, fuese llamado a escena repetidas veces, por el numeroso público que asistió a su estreno.
El triunfo del señor Castillo Extremera, en su primer obra, digna de continuación, porque en ella no nos ha dicho todo, es legítimo, es justo, porque ha demostrado que conoce la escena y a ella sabe llevar con valentía los vicios y las virtudes de que adolece la sociedad actual, al propio tiempo que así como Quevedo le tenía gran tirria a los escribanos, él se la tiene a los intermediarios.
José Martínez.
La Correspondencia Ilustrada.-
Jaén.
La acción del segundo acto, acontece en una
casa de
campo. Allí se ve el descontento de la clase trabajadora, por la represión y actitud del propietario.
En las escenas que se suceden, hay un ambiente de realidad, que pone de relieve la psicología de las personas del
pueblo.
Después de oír las sabias enseñanzas de un precioso cuento apólogo, y una escena en que tiene lugar un desgraciado accidente, hace fin la obra con la palabra de Jesucristo en boca de un sacerdote que, como intermediario, sella con el amor, los rencores entre el capital y el trabajo.
La ovación del público para el autor fue indescriptible. Al pedir la presentación de éste en el palco escénico, terminado el primer acto, se adelantó un actor al proscenio y como dijera que el Sr. Castillo no estaba en el
teatro, espectadores y
amigos suyos le trajeron de su casa.
A su entrada en el teatro, fue el delirio de palmas y vítores.
Asido de la mano de la primera actriz Teodora Moreno, se nos presentó emocionado como nunca le hemos visto.
Al final de la obra, los frenéticos e insistentes aplausos del público, y las aclamaciones de júbilo con que éste llamaba al autor, dieron lugar a la presentación del Sr. Castillo, y a que por tres veces consecutivas se descorrieran las cortinas.
La Regeneración.- 14 de setiembre de 1920.
La comedia en dos actos y en prosa titulada “Los intermediarios” fue estrenada en el Teatro “El Norte” de Jaén el 9 de Septiembre de 1920.