PAQUI, TEMA DEL DISCO GRABADO EN LA SALA MANDAGORA DE MADRID POR SABINA, KRAHE Y PEREZ. GRAN DISCO
No sé tus escalas por lo tanto eres muy dueña
de ir por ahí diciendo que la tengo muy pequeña
no está su tamaño en honor a la verdad
fuera de la ley de la relatividad.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
ciertamente es un burdo rumor.
Pero como veo que por ser tú tan cotilla
va de boca en boca y es la comidilla
en vez de esconderla como haría la avestruz
tomo mis medidas, hágase la luz.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
una encuesta he hecho a mi alrededor.
Trece interesadas respondieron a esta encuesta
de las cuales una no sabe o no contesta
y en las otras doce, división como veréis
se me puso en contra la mitad, es decir, seis.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
otras seis francamente a favor.
Y si hubo reproches fueron, en resumen
por su rendimiento, no por su volumen
y las alabanzas que también hubo un montón
hay que atribuirlas a una cuarta dimensión.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
aunque a veces soy muy cumplidor.
Mi mujer incluso dijo, aunque prefiero
como tú ya sabes la del jardinero
por si te interesa, porque estáis a la par
sólo que la suya es mucho menos familiar.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
nunca olvida traerme una flor.
Es mísero, sórdido, y aun diría tétrico
someterlo todo al sistema métrico
no estés con la regla más de lo que es natural
te aseguro, chica, que eso puede ser fatal.
Y aunque en rigor no es peor
por ser mayor o menor
yo que tú consultaba al doctor López.
No sé tus escalas por lo tanto eres muy dueña
de ir por ahí diciendo que la tengo muy pequeña
no está su tamaño en honor a la verdad
fuera de la ley de la relatividad.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
ciertamente es un burdo rumor.
Pero como veo que por ser tú tan cotilla
va de boca en boca y es la comidilla
en vez de esconderla como haría la avestruz
tomo mis medidas, hágase la luz.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
una encuesta he hecho a mi alrededor.
Trece interesadas respondieron a esta encuesta
de las cuales una no sabe o no contesta
y en las otras doce, división como veréis
se me puso en contra la mitad, es decir, seis.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
otras seis francamente a favor.
Y si hubo reproches fueron, en resumen
por su rendimiento, no por su volumen
y las alabanzas que también hubo un montón
hay que atribuirlas a una cuarta dimensión.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
aunque a veces soy muy cumplidor.
Mi mujer incluso dijo, aunque prefiero
como tú ya sabes la del jardinero
por si te interesa, porque estáis a la par
sólo que la suya es mucho menos familiar.
Y aunque en rigor no es mejor
por ser mayor o menor
nunca olvida traerme una flor.
Es mísero, sórdido, y aun diría tétrico
someterlo todo al sistema métrico
no estés con la regla más de lo que es natural
te aseguro, chica, que eso puede ser fatal.
Y aunque en rigor no es peor
por ser mayor o menor
yo que tú consultaba al doctor López.
No me negaras que esta tambien es buena, aunque no sea de el, pero la canta genial: LA TORMENTA
Yo tuve un gran amor durante un chaparrón
y sentí aquella vez tan profunda pasión,
que ahora el buen tiempo me da asco.
Cuando el cielo está azul no lo puedo ni ver,
que se nuble ya el sol, que se ponga a llover,
que caiga pronto otro chubasco.
Confirmando el refrán una noche de Abril,
la tormenta estalló, mi vecina febril
asustada con tanto trueno
brincó en un santiamén del lecho en camisón
y se vino hacía mí pidiendo protección
-Auxílieme usted, sea bueno-.
-Ábrame por piedad, estoy sola y no sé
si podré resistir, mi marido se fue.
Pues, tiene entre otros muchos fallos,
que en las noches así abandona el hogar
por la triste razón de que va a trabajar:
es vendedor de pararrayos-.
Bendiciendo al genial Franklin por su invención
en mis brazos le di curso a su petición,
y luego el amor hizo el resto.
Mira tú que instalar pararrayos por ahí
y olvidarte poner en tu casa ¡caray!.
Cometiste un error funesto.
Varias horas después cuando al fin escampó,
ella se hubo de ir pero antes me citó
para la próxima tormenta.
-Mi esposo va a llegar y si en casa no estoy
se me va a resfriar. Así que ya me voy
a secarle la cornamenta-.
Desde entonces jamás he dejado el balcón
no hago más que poner la máxima atención
en cirros, cúmulos y estratos.
La menor nube gris me colma de placer
aunque a decir verdad sé que no han de volver
tan torrenciales arrebatos.
A base de vender palillos de metal
su marido reunió un pingüe capital,
y se hizo multimillonario.
A vivir la llevó a un imbécil país
donde si se oye llover será porque haga pis
algún niño del vecindario.
Ojalá mi canción llegue al Sahara aquél
a decirle que yo le seré siempre fiel,
que la llevo dentro del alma,
y aunque sople el simún con seca realidad,
un día nos reunirá una gran tempestad
tras la que no vendrá la calma.
(Georges Brassens)
Yo tuve un gran amor durante un chaparrón
y sentí aquella vez tan profunda pasión,
que ahora el buen tiempo me da asco.
Cuando el cielo está azul no lo puedo ni ver,
que se nuble ya el sol, que se ponga a llover,
que caiga pronto otro chubasco.
Confirmando el refrán una noche de Abril,
la tormenta estalló, mi vecina febril
asustada con tanto trueno
brincó en un santiamén del lecho en camisón
y se vino hacía mí pidiendo protección
-Auxílieme usted, sea bueno-.
-Ábrame por piedad, estoy sola y no sé
si podré resistir, mi marido se fue.
Pues, tiene entre otros muchos fallos,
que en las noches así abandona el hogar
por la triste razón de que va a trabajar:
es vendedor de pararrayos-.
Bendiciendo al genial Franklin por su invención
en mis brazos le di curso a su petición,
y luego el amor hizo el resto.
Mira tú que instalar pararrayos por ahí
y olvidarte poner en tu casa ¡caray!.
Cometiste un error funesto.
Varias horas después cuando al fin escampó,
ella se hubo de ir pero antes me citó
para la próxima tormenta.
-Mi esposo va a llegar y si en casa no estoy
se me va a resfriar. Así que ya me voy
a secarle la cornamenta-.
Desde entonces jamás he dejado el balcón
no hago más que poner la máxima atención
en cirros, cúmulos y estratos.
La menor nube gris me colma de placer
aunque a decir verdad sé que no han de volver
tan torrenciales arrebatos.
A base de vender palillos de metal
su marido reunió un pingüe capital,
y se hizo multimillonario.
A vivir la llevó a un imbécil país
donde si se oye llover será porque haga pis
algún niño del vecindario.
Ojalá mi canción llegue al Sahara aquél
a decirle que yo le seré siempre fiel,
que la llevo dentro del alma,
y aunque sople el simún con seca realidad,
un día nos reunirá una gran tempestad
tras la que no vendrá la calma.
(Georges Brassens)