El campo del Pedregal. Y nunca mejor nombrado. Era tierra dura y piedras. Te caías y te arrancabas media rodilla. Y el balón salía volando para las huertas que había a la izquierda.
Fueron unos años irrepetibles. Había juventud por todos los lados. Todo legal.
Como máximo, nos metíamos en una huerta a comer cerezas o unos melocotones.
Fueron unos años irrepetibles. Había juventud por todos los lados. Todo legal.
Como máximo, nos metíamos en una huerta a comer cerezas o unos melocotones.