Para Nina, Jose (en inglés escocés), Manolo (del Bar Los Galgos) y todo Cazalilla:
Amo y conozco ese pueblo,
pero lo amaba antes de conocerlo.
Lo amo desde que conocí unos ojos
que eran todo ternura.
Y aunque lo amo porque fue su cuna,
debo confesar que he sentido celos,
al ver el carmín de sus labios,
con amapolas rojas coloreando sus campos.
Me ha confortado su risa en el agua del río,
al cruzar por el puente,
donde el Guadalquivir es aún niño.
Y al beber de la fuente,
que en el corazón de ese pueblo
hay justo frente a la Iglesia,
de esa dulcísima agua
que con sus rumores reza,
he imaginado su boca en la mía
jurando amarnos
durante toda la vida.
Yo soy el alma en pena,
vestida de luto,
que entró a la iglesia,
se arrodilló y salió
como un suspiro,
cuando en el triduo de San Blas
el viento abrió la puerta.
Amo y conozco ese pueblo,
pero lo amaba antes de conocerlo.
Lo amo desde que conocí unos ojos
que eran todo ternura.
Y aunque lo amo porque fue su cuna,
debo confesar que he sentido celos,
al ver el carmín de sus labios,
con amapolas rojas coloreando sus campos.
Me ha confortado su risa en el agua del río,
al cruzar por el puente,
donde el Guadalquivir es aún niño.
Y al beber de la fuente,
que en el corazón de ese pueblo
hay justo frente a la Iglesia,
de esa dulcísima agua
que con sus rumores reza,
he imaginado su boca en la mía
jurando amarnos
durante toda la vida.
Yo soy el alma en pena,
vestida de luto,
que entró a la iglesia,
se arrodilló y salió
como un suspiro,
cuando en el triduo de San Blas
el viento abrió la puerta.