Modernizarse no necesariamente significa arrasar con una buena parte de nuestra más emblemática idiosincrasia urbana. La reforma de la Corredera es eso lo que ha hecho, independientemente de que a unos les pueda gustar y a otros no, y a mí personalmente eso es lo que más me molesta. Ya sabemos que sobre gustos, téoricamente, no hay nada escrito, pero es que no es cuestión de gustos, sino de atentados a un patrimonio que muchos dicen defender y, francamente, poco se nota.
Un cazorleño al que su pueblo le duele.
Un cazorleño al que su pueblo le duele.