Los testimonios más antiguos hallados en su término municipal se remontan a tiempo de los iberos, en la aldea de
las Almansas, y a época
romana, en la que tuvo una intensa ocupación por medio de villas rústicas. De esta época se conservan un conjunto de inscripciones funerarias en el
Museo Provincial.
En época musulmana se ha identificado
Chilluévar con Alcoray, localidad mencionada por primera vez en 1256, y que debe ser la Alcorahe citada en 1384 en un documento del rey Juan I.
El impulso y consolidación del núcleo de Chilluevar arranca de 1231, fecha en la que estas tierras pasaron a formar parte del "Adelantamiento de
Cazorla", patrimonio del arzobispado de
Toledo. Dos circunstancias contribuyeron al florecimiento de esta aldea, por un lado las obras promovidas por el Cardenal de Toledo, Don Rodrigo Ximénez de Rada, en su afán de propagar la nueva fe cristiana en las tierras conquistada a los musulmanes y por otro, el trasiego de ganaderos por este lugar, al quedar Chilluévar como paso obligado de la Mesta en el
camino que unía
Andalucía y Levante. En "Chilluévar la Vieja", como hoy se conoce al primitivo emplazamiento, se construyó una
ermita, una hostería, un
cementerio y una alberca. Ganaderos, peregrinos y comerciantes visitaban la ermita, encontraban descanso en hospedería y pensiones, y hacían abrevar al
ganado.
La desaparición de la Mesta y la transhumancia supuso la progresiva decadencia y marginación de este primitivo núcleo, pero no así el de la localidad que a finales del XVIII consagraba una nueva
iglesia parroquial en el lugar denominado "Chilluévar Nuevo", a un cuarto de legua de la ermita antigua. En 1787 la aldea recibió el título de "villa" a instancias del Cardenal Lorenzana, un título que aunque no significaba ningún tipo de independencia, avalaba su reconocimiento como núcleo de población.
Los primeros años del siglo XX están marcados por el largo proceso de segregación de Chilluévar del municipio de
la Iruela, que culminó el 14 de diciembre de 1926, con la independencia municipal de la primera.
Sus orígenes se remontan a la etapa de los iberos, en la aldea de las Almansas, y a época romana, en la que tuvo una intensa ocupación por medio de villas rústicas. De esta época se conservan un conjunto de inscripciones funerarias en el Museo Provincial. En época musulmana se ha identificado Chilluévar con Alcoray, localidad mencionada por primera vez en 1256, y que debe ser la Alcorahe citada en 1384 en un documento del rey Juan I. El impulso y consolidación del núcleo de Chilluevar arranca de 1231, fecha en la que estas tierras pasaron a formar parte del Adelantamiento de Cazorla, patrimonio del arzobispado de Toledo. Dos circunstancias contribuyeron al florecimiento de esta aldea, por un lado las obras promovidas por el Cardenal de Toledo, Don Rodrigo Ximénez de Rada, en su afán de propagar la nueva fe cristiana en las tierras conquistada a los musulmanes y por otro, el trasiego de ganaderos por este lugar, al quedar Chilluévar como paso obligado de la Mesta en el camino que unía Andalucía y Levante. En Chilluévar la Vieja, como hoy se conoce al primitivo emplazamiento, se construyó una ermita, una hostería, un cementerio y una alberca. Ganaderos, peregrinos y comerciantes visitaban la ermita, encontraban descanso en hospedería y pensiones, y hacían abrevar al ganado. La desaparición de la Mesta y la transhumancia supuso la progresiva decadencia y marginación de este primitivo núcleo, pero no así el de la localidad que a finales del XVIII consagraba una nueva iglesia parroquial en el lugar denominado Chilluévar Nuevo, a un cuarto de legua de la ermita antigua. En 1787 la aldea recibió el título de villa a instancias del Cardenal Lorenzana, un título que aunque no significaba ningún tipo de independencia, avalaba su reconocimiento como núcleo de población. Los primeros años del siglo XX están marcados por el largo proceso de segregación de Chilluévar del municipio de la Iruela, que culminó el 14 de diciembre de 1926, con la independencia municipal de la primera.