Un estudiante universitario salió un día a dar un
paseo por los
jardines del campus con un profesor, a quien los alumnos consideraban un buen
amigo debido a su bondad para con todos. Mientras caminaban, vieron encima de un banco, de los que suelen haber en los jardines, un par de zapatos viejos y un abrigo. Pertenecían al anciano que trabajaba en el
jardín y que estaría por terminar sus labores diarias.
El alumno dijo al profesor:
—Gastémosle una broma. Escondamos los zapatos y ocultémonos detrás
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