Bajo el sol ardiente de verano se ve a lo lejos las casa blancas indicando que es el sur, camino por los campos y me acerco al pequeño pueblo, vestido con un manto transparente, que deja ver el cielo, limpio y azul,
y un silencio que me hace ir de puntillas para no despertar los pájaros que duermen en sus nidos.
Por la tarde, cuando el sol se va escondiendo tras las bajas montañas, la gente del pueblo se asoma a las puertas de sus casas y sin que el sol les ciegue, marchan al centro de la plaza.
En ... (ver texto completo)
y un silencio que me hace ir de puntillas para no despertar los pájaros que duermen en sus nidos.
Por la tarde, cuando el sol se va escondiendo tras las bajas montañas, la gente del pueblo se asoma a las puertas de sus casas y sin que el sol les ciegue, marchan al centro de la plaza.
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