Y que lo digas, qué razón tienes, tocayo, ¡qué tiempos aquellos! sin estrés, sin desconfianzas, sin.... tanto vicio como hoy abunda por tos laos, sin ese espíritus de sacrificio tan arraigado. Lo comento mucho con los
amigos de hoy, les digo:”En mi
pueblo, si en un momento dado, a un
amigo, le daba una patada en los cataplines. Éste con los susodichos rotos, exclamaba, perdona Paco, pero qué te he hecho hombre”, o sea, de un principio se sentía culpable. ¿Os habéis encontrado algo parecido hoy en
... (ver texto completo)