A las buenas noches a todos. Bueno, pues para regocijo de algunos, tanto velar armas, tanto velar armas, llegó la hora de despertarse y el chahe estaba sopa, así que llegaron para recordarmelo José y Francis, tocando discretamente en el timbre, y allá que bajaba las escaleras entre bostezos, lagañas y casi en peloto. Por supuesto, la primera en responder al timbre fué mi rubia peligrosa, que también salió detras de mí, escaleras abajo cantandome una coplilla.
Llegamos al río los tres satélites, cada uno a su aire, buscando la ansiada recompensa, Francis todavía no había montado la caña y el chache ya tenía el primer truchón en la sacadera, entre la emoción, el querer llevarmela río abajo en la mano para que le echara la foto Francis, y el conseguir soltarla con vida supuso casí dar lo que hubiera sido el chilancazo del día, la trucha se escurrió de las manos por el camino, se cayó al río, corriendo para poderla coger, eso era igual que intentar cojer una pastilla de jabón, que si me caigo que si nó, la trucha se perdío y el agua me refrescó por varios sitios, pero bueno, menos la foto, conseguí lo que quería. Acto seguido, enganché el truchón del día, esta sí quedó retratada y devuelta al río.
Finalmente la jornada terminó con varias capturas más y ningún chapuzón, cosa dificil hoy yá que el río achucha lo suyo. Al señor de los amocafres, falta le hicieron dichas herramientas en un momento dado, pero claro, se le habían olvidado. Conocimientos de escalada, se hacen imprescindibles para poder pescar en nuestro río.
Llegamos al río los tres satélites, cada uno a su aire, buscando la ansiada recompensa, Francis todavía no había montado la caña y el chache ya tenía el primer truchón en la sacadera, entre la emoción, el querer llevarmela río abajo en la mano para que le echara la foto Francis, y el conseguir soltarla con vida supuso casí dar lo que hubiera sido el chilancazo del día, la trucha se escurrió de las manos por el camino, se cayó al río, corriendo para poderla coger, eso era igual que intentar cojer una pastilla de jabón, que si me caigo que si nó, la trucha se perdío y el agua me refrescó por varios sitios, pero bueno, menos la foto, conseguí lo que quería. Acto seguido, enganché el truchón del día, esta sí quedó retratada y devuelta al río.
Finalmente la jornada terminó con varias capturas más y ningún chapuzón, cosa dificil hoy yá que el río achucha lo suyo. Al señor de los amocafres, falta le hicieron dichas herramientas en un momento dado, pero claro, se le habían olvidado. Conocimientos de escalada, se hacen imprescindibles para poder pescar en nuestro río.