Felíz lunes a todos.
Al señor Leblanc muchas felicidades también (con bastante retraso) y que siga haciendo historia por mucho tiempo.
Ayer fué un día casi perfecto (lo de casi es tema aparte). Perfecto por el entorno y el lugar que hemos visitado algunos pinchiteros, un regalo para los sentidos, sobredósis de naturaleza casi virgen. Lo de casi, porque a pesar de estar bastante bien cuidado sobre todo por la conciencia de cada uno de los que visitamos ese lugar, siempre habrá un pequeño porcentaje de gente que se empeña en dejar huella por donde vá pisando.
Conseguimos mirar a los ojos, frente a frente a la codiciada peña, pero solo había un pequeño inconveniente, estábamos a pocos metros de ella pero nos separaba un impresionante precipicio, que junto a la peña nos estaban poniendo los puntos sobre la ies.
El borde del abismo parecía proteger de todo curioso cualquier posible acercamiento a nuestra venerada piedra, como si de un guardaespaldas se tratara. Y la peña nos decía que si a pesar de todo eso, conseguíamos acercarnos a su base, a ver donde estaba el listo que tenía narices de incarle el amocafre y llegar a coronar su cima.
La primera impresión que tuve al verla fué, que íbamos a necesitar muuuuuchos amocafres y muy bien afilados.
Al señor Leblanc muchas felicidades también (con bastante retraso) y que siga haciendo historia por mucho tiempo.
Ayer fué un día casi perfecto (lo de casi es tema aparte). Perfecto por el entorno y el lugar que hemos visitado algunos pinchiteros, un regalo para los sentidos, sobredósis de naturaleza casi virgen. Lo de casi, porque a pesar de estar bastante bien cuidado sobre todo por la conciencia de cada uno de los que visitamos ese lugar, siempre habrá un pequeño porcentaje de gente que se empeña en dejar huella por donde vá pisando.
Conseguimos mirar a los ojos, frente a frente a la codiciada peña, pero solo había un pequeño inconveniente, estábamos a pocos metros de ella pero nos separaba un impresionante precipicio, que junto a la peña nos estaban poniendo los puntos sobre la ies.
El borde del abismo parecía proteger de todo curioso cualquier posible acercamiento a nuestra venerada piedra, como si de un guardaespaldas se tratara. Y la peña nos decía que si a pesar de todo eso, conseguíamos acercarnos a su base, a ver donde estaba el listo que tenía narices de incarle el amocafre y llegar a coronar su cima.
La primera impresión que tuve al verla fué, que íbamos a necesitar muuuuuchos amocafres y muy bien afilados.