Lunes 16 de mayo, ocho treinta de la mañana. Este hombre que entra refunfuñando, en gañao por su enfermera particular (la socia), en ese centro medico, a esa consulta de la Dª Domenech, donde le han hecho esa encerrona ya evitada por él tantas veces con la excusa de no tener tiempo y alegando que lo haría cuando se jubilara. Esa doctora que dice.- Ya era hora de que se te vea el pelo y empieza con las pruebas.- Tensión a 21 y pico. Ya están las dos rajando, la doctora.- esto no puede ser.- a este hombre le ha podido dar algo.- la socia: Es que no puedo con el, hace lo que le da la gana, estoy harta de decirle que deje de fumar. Y yo que con lo allí oído, de ser verdad, debería de estar muerto ya, empiezo a sentirme mal, y cuantas mas cosas me prohibían, mas se aceleraba mi agonía y empecé a morir de verdad. Que no es excusa para mi silencio en este foro, que lo que tengo es un bajón de moral próximo a la depre, producido pienso yo, por la venganza de la nicotina a mi ¡basta ya! Obligado por prescripción medica. Y aquí estoy, queridos amigos, a los diez días de los hechos, todavía resistiendo los envites de la condenada nicotina cabreada cada día mas pero con la firme convicción de que le voy ha ganar.
Gracias a todos por vuestra preocupación y espero poder animaros pronto con alguna historia de vuestro agrado.
Gracias a todos por vuestra preocupación y espero poder animaros pronto con alguna historia de vuestro agrado.