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FRAILES: Ni Vargas Llosa, ni García Marquez y ni tan siquiera...

Año 1977
De cómo le preocupa la no felicidad de su madre
A estas alturas, era mi madre que a Madrid no se adaptaba, que sigue consumiéndose en el piso, donde pasa mucho tiempo sola, fuera de su habita natural, el pueblo, donde ella a sus anchas se movía y en parte con sus vecinas, compartiendo sus desgracias, estas menos le parecían. Que cuando tanto se sufre, no se sabe hacer otra cosa, y aunque ella lo intentara, veíamos como se apagaba un poquito cada día. Que esto es otra crueldad de la vida, que ahora que bien podíamos vivir todos, nuestra madre no vivía. Y así se nos fue muy pronto, que apenas me vio casado, con las ganas que de ello tenia. Y es que la historia de mi madre, es una historia muy sufrida y de total entrega los demás. Se caso joven y de prisa, por si la guerra le quitaba a mi padre y en los pocos momentos que a esta, les consiguieron arrancar, engendraron dos hijas, que ella sola y sin nadie que le pueda ayudar, en plena contienda las pierde, sin poderlas alimentar y cuidar.
Termina la dichosa guerra y mi padre, que fue carabinero, por lo tanto del bando perdedor. Queda preso y pasa siete años, de cárcel en cárcel y campos de concentración, que esto después se supo. Pero lo que tuvo que sufrir mi madre, en aquel ambiente tan hostil, para que solo fuera esto. No se sabrá jamás. Y solo será comprendido por alguien que haya vivido situación tan irracional. Como yo no había nacido y ella no era muy dada a incitar al odio y el rencor. Lo poco que he sabido de aquel mercantilismo, que muchos ganadores crearon, con el dolor de los vencidos, cambiando favores indignos por interceder o no hacerlo en el destino del vencido. O en muchos casos, por no hacer nada. Fue por no llamarlo de otra forma, completamente inmoral. Y de otras fuentes lo he sacado, que ella nunca se ha quejado, ni de eso, ni de nada.
A todo lo aquí contado, y que a mí me precedió, por lo que no lo tengo confirmado. Hay que añadir que cuando mi padre salió, a los siete años de la cárcel. Engendraron seis hijos más, uno cada catorce meses, que como un parto fue doble, salían casi a hijo por año. Y con aquellas estrecheces, agravadas más aun, por ser mi padre, como he contado un hombre denostado, al que no le dan trabajo y si lo hacían le exigían, doble rendimiento, cosa que él no podía por el lógico debilitamiento que de la cárcel traía. Será fácil imaginar en el estado que ese hombre a casa llegaba cada día. Si después de todo esto, de lo que sacar el trabajo le costaba, tenía que pasar por el cuartelillo a que le recordaran su pecado, que según el estado de ánimo, del guardia de servicio, así la penitencia seria, que había quien bien disfrutaba y con ella se excedía, como también había alguno que las bofetadas, teatralmente en las manos se las daba, y así oyéndolas el cabo él las ordenes cumplía y su conciencia salvaba. Que esto era pocas veces, pero también hay que decirlo si queremos ser veraces. Que todo esto lo he sabido por el diario que mi padre, a un amigo le entregó con la condición de que a mi mayoría de edad me entregara y que así este buen hombre, guardándolo catorce años, al cumplir los dieciocho el encargo de mi padre cumplió. Y son estos recuerdos los que a mí siempre mas fortaleza me dieron, el que al comparar lo por mi vivido con lo vivido por mi padre, aun en los peores momentos de mi vida, salgo mejor parado. Y esto si lo tienes presente, te permite valorar muchas cosas que otros, ni valor saben que tienen
Mi padre, vino a este mundo ya con mala suerte. Muere su madre en el parto y su padre sin familia, y hombre de campo que no puede cuidarle, se casa con la primera que puede, persona inexperta y torpe que lo cría como puede, que es muy poco, porque pronto también se carga de hijos suyos y ya se sabe lo que en estos casos sucede. Con dieciocho años le pillo la guerra. Se casa de prisa y se va al frente por lo que en tres años está con su mujer cuatro veces. Después en siete años de cárcel ¡como saber lo que este hombre sufriría! Sale y sobrevive unos años, como he contado y muere completamente agotado, a la edad de cuarenta y nueve. Dejando como ya se sabe, con cuatro hijos y sin un duro, a la sufrida de mi madre. Que yo siempre me he preguntado ¿A cuánto pagó esta mujer, el momento de felicidad? Si es que tuvo alguno, y esto se pudiera tasar. Yo por mucho que lo he intentado, nunca he recordado, un momento de felicidad, en la vida de mi madre.

Amigos, hoy reeleyendo mis memorias, no he podido evitar el compartir estre trocito con vosotros.
Perdonar mi menlancolia, mañana lo borro

Ni Vargas Llosa, ni García Marquez y ni tan siquiera Cervantes. El que vale es Paquillo Belmontes que cada palabra suya supera mil sentimientos. Vaya best-seller que van a ser tus memorias.