Me imagino, con lo caprichosa que es la suerte, que el destino otorga al señor Belmontes el privilegio de ver cumplido su sueño y contemplar el alboroto que íbamos a liar repartiendo besos y abrazos, empapados de alcohol burbujeante. Solo por tan noble sueño, ahí va mi primer mensaje de suscripción al envite del Paquillo.