Aunque ha pasado una semana, aún se hace eco la pérdida de Manolo el Sereno por algunos periódicos y por los comentarios de sus amigos. Muchos datos curiosos en torno a su vida y a su muerte, que, como "frailero de corazón", merecen ser mencionados dentro de este foro de Frailes.
Un hombre versátil: yuntero, sereno por el pueblo de los de antiguamente, practicante por los cortijos cuando hacía falta, aparejador municipal, auxiliar de farmacia, maestro de obras en su casa y en la muchos amigos, embajador de Frailes,... AMIGO de muchos y gran enamorado de Frailes.
Un espíritu siempre joven: capaz de vivir y adaptarse a todas las épocas. Su noble talante, su sencillez y su buen corazón, le ha hecho hecho tener amigos dondequiera que haya ido. Siempre ha compartido lo suyo con los demás: sus bienes, sus conocimientos, su casa,... pero sobretodo SU TIEMPO.
El simple hecho, como habéis mencionado antes, de entregar un helado a los niños de primera comunión en las calurosas y largas procesiones del día del Señor, durante cuarenta años, bien merece un homenaje por parte de los fraileros.
Pero su trayectoria de vida siempre ha sido ejemplar: ha ayudado a muchos cuando lo han necesitado, se ha prestado para todo y para todos. Ha sido Sancho Panza para Michael Jacobs, y D. Quijote para todo Frailes. De esta forma, la vida le ha dado su merecida recompensa en estos últimos años, se ha visto envuelto en un amplio grupo de amigos del mundo de la cultura: periodistas, escritores, actores y artistas en general. Ha rescatado a Sara Montiel, ha coleccionado libros dedicados por escritores conocidos, ha recibido diversos premios del mundo de la gastronomía, ha sido aplaudido y homenajeado en Londres en la presentación del libro "la fábrica de la luz". En general ha sido un gran embajador de Frailes. En muchas partes se habla de Frailes gracias a Manolo el Sereno.
Y qué decir de su muerte... Serena, tranquila, libre e independiente, como su propia vida. Con ochenta y ocho años, no ha tenido que depender de nadie. Ha estado activo y libre hasta sus últimos días. Se lo merecía.
Su funeral y su entierro... Sentido, respetuoso. Nada de un entierro de esos para ir a cumplir con los parientes. Un funeral de los de verdad, de los de ir a despedirlo a él, repleto de amigos auténticos que valoran su existencia y sienten su ausencia.
Por todo lo dicho, y por lo que se ha quedado en el tintero, y en nombre de todos los fraileros: GRACIAS MANOLO, Y BUEN VIAJE.
Un hombre versátil: yuntero, sereno por el pueblo de los de antiguamente, practicante por los cortijos cuando hacía falta, aparejador municipal, auxiliar de farmacia, maestro de obras en su casa y en la muchos amigos, embajador de Frailes,... AMIGO de muchos y gran enamorado de Frailes.
Un espíritu siempre joven: capaz de vivir y adaptarse a todas las épocas. Su noble talante, su sencillez y su buen corazón, le ha hecho hecho tener amigos dondequiera que haya ido. Siempre ha compartido lo suyo con los demás: sus bienes, sus conocimientos, su casa,... pero sobretodo SU TIEMPO.
El simple hecho, como habéis mencionado antes, de entregar un helado a los niños de primera comunión en las calurosas y largas procesiones del día del Señor, durante cuarenta años, bien merece un homenaje por parte de los fraileros.
Pero su trayectoria de vida siempre ha sido ejemplar: ha ayudado a muchos cuando lo han necesitado, se ha prestado para todo y para todos. Ha sido Sancho Panza para Michael Jacobs, y D. Quijote para todo Frailes. De esta forma, la vida le ha dado su merecida recompensa en estos últimos años, se ha visto envuelto en un amplio grupo de amigos del mundo de la cultura: periodistas, escritores, actores y artistas en general. Ha rescatado a Sara Montiel, ha coleccionado libros dedicados por escritores conocidos, ha recibido diversos premios del mundo de la gastronomía, ha sido aplaudido y homenajeado en Londres en la presentación del libro "la fábrica de la luz". En general ha sido un gran embajador de Frailes. En muchas partes se habla de Frailes gracias a Manolo el Sereno.
Y qué decir de su muerte... Serena, tranquila, libre e independiente, como su propia vida. Con ochenta y ocho años, no ha tenido que depender de nadie. Ha estado activo y libre hasta sus últimos días. Se lo merecía.
Su funeral y su entierro... Sentido, respetuoso. Nada de un entierro de esos para ir a cumplir con los parientes. Un funeral de los de verdad, de los de ir a despedirlo a él, repleto de amigos auténticos que valoran su existencia y sienten su ausencia.
Por todo lo dicho, y por lo que se ha quedado en el tintero, y en nombre de todos los fraileros: GRACIAS MANOLO, Y BUEN VIAJE.
