Poco mas adelante ya veíamos algún ciclista accidentado y es que es muy fácil que te puedas enganchar con alguien y te vayas al suelo. Una vez dejada la circunvalación ya caminábamos hacia la sierra por una zona mas peligrosa aún puesto que era como un cuello de botella y en ascenso y con muchos ciclistas. Afortunadamente conseguimos pasarlo bien. Primer avituallamiento en unos 20km y primeras fotos, esperamos a otro compañero (Santi) y reanudamos la marcha por una zona nueva este año, una zona de naturaleza preciosa, por la que se rodaba rápido, y tanto mirar al paisaje, hizo que por un momento perdiera la atención sobre el camino y a punto estuve de morder el polvo del camino (como el del Rocío), pillé una piedra con la rueda trasera y faltó muy poco. No me había recuperado del susto y rodaba casi en paralelo con una ciclista, cuando esta perdió el equilibrio y fue a caer justo delante de mía, suerte que era terreno llano y con poca velocidad y puede frenar parando la bici a dos dedos antes de pillarla. Con varios percances nos encontramos a lo largo del camino, creo que ninguno de gravedad.
Sobre el km 35 recuerdo del año anterior que empezaba a complicarse la cosa, una subida larguilla con muchas piedras y mucha gente, que hacía difícil mantener el equilibrio, había que combinar fuerza, técnica y suerte. Este año el piso no estaba tan malo y había algo menos de ciclistas, y finalmente subí bastante bien. Empecé a extrañarme, en cada golpe de pedal se iban quedando ciclistas por detrás de mí. Ya coronando este puerto alcancé a Santi y metros después el avituallamiento (curioso), donde esperé a los compañeros. Curioso porque además de la comida y el típico aljibe de los militares había un pozo, pero con su carrucha, su cubo, su cuerda y como no un agua la mar de fresquita. Ya unos metros antes de llegar me quedé con la recomendación que hacía el legionario: ¡Coger agua del pozo.! Pues dicho y hecho, me puse en la cola del pozo y cuando me tocaba a mí, también me tocó llenar el caldero, era autoservicio. Continuamos la marcha después del necesario refrigerio, puesto que el lorezo se dejaba notar. Llegamos a Alcala del Valle, mucho público animando, punto de control y nos reparten un gel a cada ciclista, yo me lo guardo para otra ocasión. (El gel es una pequeña dosis liquida de no se que cantidad de cosas que contiene y que te dá energía). La salida de este pueblo era especial, una gran rampa de cemento que aunque corta con muy buena inclinación y que nos volvía a poner a prueba, el año pasado la coroné con dificultad, esta vez la subí con bastante menos dificultad y disfrutando viendo como a pocos metros delante de mí, José también lo conseguía, los dos pasamos por un pasillo de ciclistas que a derecha e izquierda iban achuchándole a la bicicleta y que también algunos nos animaban al vernos, después el llano y esperamos a Carlos para reagruparnos.
Sobre el km 35 recuerdo del año anterior que empezaba a complicarse la cosa, una subida larguilla con muchas piedras y mucha gente, que hacía difícil mantener el equilibrio, había que combinar fuerza, técnica y suerte. Este año el piso no estaba tan malo y había algo menos de ciclistas, y finalmente subí bastante bien. Empecé a extrañarme, en cada golpe de pedal se iban quedando ciclistas por detrás de mí. Ya coronando este puerto alcancé a Santi y metros después el avituallamiento (curioso), donde esperé a los compañeros. Curioso porque además de la comida y el típico aljibe de los militares había un pozo, pero con su carrucha, su cubo, su cuerda y como no un agua la mar de fresquita. Ya unos metros antes de llegar me quedé con la recomendación que hacía el legionario: ¡Coger agua del pozo.! Pues dicho y hecho, me puse en la cola del pozo y cuando me tocaba a mí, también me tocó llenar el caldero, era autoservicio. Continuamos la marcha después del necesario refrigerio, puesto que el lorezo se dejaba notar. Llegamos a Alcala del Valle, mucho público animando, punto de control y nos reparten un gel a cada ciclista, yo me lo guardo para otra ocasión. (El gel es una pequeña dosis liquida de no se que cantidad de cosas que contiene y que te dá energía). La salida de este pueblo era especial, una gran rampa de cemento que aunque corta con muy buena inclinación y que nos volvía a poner a prueba, el año pasado la coroné con dificultad, esta vez la subí con bastante menos dificultad y disfrutando viendo como a pocos metros delante de mí, José también lo conseguía, los dos pasamos por un pasillo de ciclistas que a derecha e izquierda iban achuchándole a la bicicleta y que también algunos nos animaban al vernos, después el llano y esperamos a Carlos para reagruparnos.