Pero lo que está claro es que el Trasvase del Ebro beneficia a las constructoras (las de siempre) de una obra que iba a costar inicialmente cerca del billón de las antiguas pesetas (normalmente estos presupuestos al final suben un 50 por 100 por encima de lo inicialmente previsto). Agua para beber nunca le va a faltar al Levante, incluso para regar si lo hacen de forma racional, pero en este caso se trata de especulación pura y dura, de la cual, como siempre, se hace batalla política para enfrentar a los españolitos de a pie, cuando lo que se está jugando es a hacer grandes negocios entre unos pocos, como siempre.
Ni firmo.
Ni firmo.