Cuentan que en los tiempos de la posguerra, una mujer de nuestro
pueblo fue capaz de engordar dos gorrinos en la temporada de las moras porque no tenía otra cosa que echarles. Fue capaz de traer cada día un canasta de estos
frutos. ¡Cuánto pinchazo, cuánto sudor y esfuerzo!.
No aconsejamos una proeza similar pero sí que intenteis hacer mermelada de moras maduras. ¡Están de rechupete!