Eso tiene una explicación lógica y es que dentro de la libertad de hacer cada uno con lo suyo lo que le parezca bien, en
Génave existen dos tendencias muy definidas. Una la que apuesta por el cultivo del
olivar con técnicas de nulo impacto ambiental y la otra que se inclina por una producción más rentable economicamente. Las dos pueden ser respetable y en Génave se están conjugando con el aliciente de que las dos partes están contentas. ¡Pues bendito sea el
cielo!