El encanto que tenía esa plaza de palos supera con creces a la ahora instalada. Cuando las fiestas se aproximaban los chiquillos jugabamos a la vaca mientras los hombres montaban los palos y los no tan chiquillos también visitaban la plaza con nocturnidad, para nada malo , simplemente charlar con los amigos.
Recuerdo un año en la verbena que se origino un gran revuelo cuando a un grupo de gente se le ocurrio venir corriendo hacia el prao dando la voz de alarma de que las vacas se habían escapado... En estos tiempos la gente se divertia mas.Quizás sea del 79.