La casita pequeña que aparece a la izquierda de la fotografía es uno de los dos hornos de leña que tenían los vecinos del cortijo para amasar el pan y la repostería casera para su autoabastecimiento. Todavía se conservan en algunas de sus casas los antígüos candiles de mecha y aceite que servían para iluminar las viviendas. El cercano pozo de Peñalera abastecía al Moralico y a otros cortijos y apesar del paso de los años y de las sequías, todavía sigue dando un agua exquisita, aunque también sufre cierto abandono.
Todos ellos son testigos mudos de un pasado, no tan lejano, en el que nada estaba al alcance de la mano, ni siquiera el agua de beber.
Mª ángeles Jiménez Samblás.
Todos ellos son testigos mudos de un pasado, no tan lejano, en el que nada estaba al alcance de la mano, ni siquiera el agua de beber.
Mª ángeles Jiménez Samblás.