Un poquito de Historia:
La primeros indicios de la existencia del hombre por esta zona data entre los siglos V y VI a.C.. Como lo demuestran las vasijas con decoración incisa y otros utensilios hoy desaparecidos encontrados en la cueva de Guadalijar. Recientemente se ha descubierto en sus inmediaciones un importante yacimiento ibérico, conocido como el Pajarillo, con esculturas de carácter funerario interpretadas como esfinges guardianes de las tumbas de aristócratas y guerreros, símbolo del valor del muerto.
En el siglo VIII se establecieron en Walma (Huelma) los antepasados de los Banu Yuzayy, una ilustre familia granadina, quienes, a la caída de los almorávide, se convirtieron en señores de Jaén durante algún tiempo.
En una crónica árabe se nos dice que Abu Yusuf tomaría Huelma por asalto en 1275, por lo cual los cristianos debieron tomar esta plaza con anterioridad a esa fecha. Sin embargo, esta incorporación debió durar poco tiempo y, tras su nueva conquista por los musulmanes, Huelma se convirtió en un punto estratégico, por encontrarse en la frontera entre musulmanes y cristianos, siendo una avanzadilla del reino granadino en su frontera norte.
En Abril de 1438 tuvo lugar la definitiva conquista de Huelma, dirigida por don Iñigo López de Mendoza, Marques de Santillana, por entonces capitán mayor de la frontera del reino de Jaén. Tras la conquista, prosiguió sus campanas en la frontera y, ante los problemas internos existentes en Castilla, se decidió firmar una tregua con los musulmanes que, iniciada en 1.439, duraría tres años y en la cual se reconocían las conquistas realizadas por los cristianos y se concedían a los nazaries tres puertos para comerciar.
El Marques de Santillana mantuvo Huelma en su poder como alcalde perpetuo de la villa. En 1.448, Juan II confirmo esta tenencia..
Huelma ocupaba un lugar privilegiado y se convirtió en punto de refugio de las tropas cristianas en su marcha hacia Granada. Con la Caída del reino nazari se logro la deseada estabilidad que hizo posible que Huelma se revistiera de todo lo que caracteriza a una villa de cierta importancia en el ámbito cristiano.
La primeros indicios de la existencia del hombre por esta zona data entre los siglos V y VI a.C.. Como lo demuestran las vasijas con decoración incisa y otros utensilios hoy desaparecidos encontrados en la cueva de Guadalijar. Recientemente se ha descubierto en sus inmediaciones un importante yacimiento ibérico, conocido como el Pajarillo, con esculturas de carácter funerario interpretadas como esfinges guardianes de las tumbas de aristócratas y guerreros, símbolo del valor del muerto.
En el siglo VIII se establecieron en Walma (Huelma) los antepasados de los Banu Yuzayy, una ilustre familia granadina, quienes, a la caída de los almorávide, se convirtieron en señores de Jaén durante algún tiempo.
En una crónica árabe se nos dice que Abu Yusuf tomaría Huelma por asalto en 1275, por lo cual los cristianos debieron tomar esta plaza con anterioridad a esa fecha. Sin embargo, esta incorporación debió durar poco tiempo y, tras su nueva conquista por los musulmanes, Huelma se convirtió en un punto estratégico, por encontrarse en la frontera entre musulmanes y cristianos, siendo una avanzadilla del reino granadino en su frontera norte.
En Abril de 1438 tuvo lugar la definitiva conquista de Huelma, dirigida por don Iñigo López de Mendoza, Marques de Santillana, por entonces capitán mayor de la frontera del reino de Jaén. Tras la conquista, prosiguió sus campanas en la frontera y, ante los problemas internos existentes en Castilla, se decidió firmar una tregua con los musulmanes que, iniciada en 1.439, duraría tres años y en la cual se reconocían las conquistas realizadas por los cristianos y se concedían a los nazaries tres puertos para comerciar.
El Marques de Santillana mantuvo Huelma en su poder como alcalde perpetuo de la villa. En 1.448, Juan II confirmo esta tenencia..
Huelma ocupaba un lugar privilegiado y se convirtió en punto de refugio de las tropas cristianas en su marcha hacia Granada. Con la Caída del reino nazari se logro la deseada estabilidad que hizo posible que Huelma se revistiera de todo lo que caracteriza a una villa de cierta importancia en el ámbito cristiano.